Advertencias sobre la ambición
Sé, entiendo que la lucha por el poder desencadena todo tipo de ambiciones, rencores, odios incluso, pero nunca de los nuncas el sentido de autodestrucción al viejo estilo del, “si no es para mí, no será para nadie”. Es decir que en el ejercicio político que hemos conocido hasta la saciedad, un primer atributo que deben tener quienes la practican es el de la supervivencia bajo cualquier circunstancia, y con ella la del partido político al que pertenecen. Dinamitar, destruir la embarcación en que ha navegado por todo tipo de mares, es algo que simplemente se considera improbable o de plano imposible que suceda.
Perder por adelantado se da en institutos políticos de reciente creación y que de pronto se encuentran con la buena nueva, de que todo es asunto de querer para llegar a un cargo público, y por querer es decir que sean apuntados en una lista que palomeará el que todo sabe y decide.
Y lo han visto en los hechos, porque de otro modo es imposible entender el arribo de diputados federales carentes no sólo de capacidad, sino del mínimo interés en la tarea que les fue encomendada. Saben, con todo y que era su principal crítica rijosa contra legisladores de otros tiempos, que su única labor será levantar el dedo para aprobar lo que les manden de la cúspide del monte Olimpo. Hoy son los nuevos “levanta dedos”, pero eso sí con la vestimenta de renovadores de los menesteres camerales.
Está claro que no todos son así, pero sí un buen número.
El problema radica cuando, también de repente, creen que pueden ser aspirantes al cargo más importante en su estado natal, es decir la gubernatura. Y como les ha funcionado que todo es asunto de apuntarse en una lista, luego entonces dan por hecho que si el dedo divino se posa en su nombre, serán los mandamás de la tierra que los vio nacer (eso en algunos casos).
Pero si no, y dado que ya sienten contar con la investidura única que les otorga participar en la toma de grandes decisiones, luego entonces harán todo lo que esté en sus manos para acabar con quien en un momento vaya en primer lugar, luego contra el que quede, y así hasta de plano pensar que por no ser tomados en serio, harán lo necesario para hundir la embarcación.
Eso pasa en Morena, pero también puede suceder en el PRI si no llegan a ningún acuerdo, y el resultado será más grave para el tricolor si una nueva caída en elecciones podría representar su extinción definitiva.
Así las cosas, en unos la fatualidad puede ser su caída vertical, y en otros su adiós casi eterno.
Un escenario, como el que hoy observamos, en que a estas alturas todavía prevalece la idea de que no hay nada para nadie, hace pensar que el camino se ha complicado para todos.
Mil gracias, hasta el próximo lunes.
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@JavierEPeralta