
Inundaciones, temblores… recuperar la condición humana
El temblor de ayer se agregó al desbordamiento del Río Tula en territorio hidalguense, y nos dejó la doble lección de la absoluta fragilidad de la vida humana ante la naturaleza, contra la que simplemente no se puede hacer nada, como no sea rezar y encomendarnos al todopoderoso, sea cual sea la concepción que usted tenga al respecto.
Sin duda es en esos dramáticos instantes, hoy una constante en la vida del planeta por la pandemia que no termina, ni terminará, cuando nos damos tiempo para intentar cuando menos comprender cuál puede ser la razón para nuestra estancia en un planeta que a veces decide moverse, hacerse de lado, rodar incluso, para dejarnos con el terror de comprender que después de todo no somos ni dueños del diminuto espacio donde construimos nuestro hogar.
En Tula, además las incesantes lluvias que simplemente no cesan, debemos anotar la contribución hecha por la actitud de quienes asumen que el cauce normal para desfogar agua pluvial y residual de la Ciudad de México y Estado de México, también puede ser usado a manera de basurero. Y así es como observamos que lo mismo aparecen colchones, automóviles y todo tipo de desperdicios. Resulta evidente entender que los taponamientos complicarán aún más el proceso de las inundaciones.
Sin embargo, nada podemos hacer ante fenómenos naturales como el anotado. Uno de los principios básicos para comprender y entender nuestra dimensión humana es justamente la impotencia absoluta ante un temblor, porque ni lo podemos detener y mucho menos buscar tener influencias para que el mal que acarrean caiga sobre otros, y de ninguna manera nosotros.
Las tragedias construyen con claridad el nivel de las personas. Los hay por ejemplo que en poco o nada contribuyen para apoyar a sus semejantes en momentos como los anotados (inundaciones, sismos, huracanes), pero celebran con la elaboración de montajes para hacer burla de quienes consideran sus odiados enemigos políticos. No, no importa si es verdad o no lo que reflejan en sus ilustraciones, lo importante es proseguir la historia de su odio.
Pero también dan como fruto verdaderas actitudes de amor real por la vida humana, por los semejantes, por los que están a nuestro lado, o lejos.
Ayer tembló para coronar un mes complicado en todo el sentido de la palabra. Un mes que solo esperamos dejar atrás para recuperar la capacidad de levantar la mirada al cielo y decir que está bien, que nada podemos hacer contra la furia de la naturaleza, pero sí mucho contra la furia de nuestra existencia cuando se pierde en el mar de la desesperanza.
Hoy tenemos que practicar la solidaridad con nuestros semejantes.
Hagamos algo sin culpar antes a los que no profesan nuestras preferencias políticas, como una justificación por adelantado para, una vez más, quedarnos en el limbo de la indiferencia porque otros son culpables.
La naturaleza nos pone en nuestro lugar, y eso es importante. Muy importante.
Mil gracias, hasta mañana.
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@JavierEPeralta