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RETRATOS HABLADOS

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RETRATOS HABLADOS

Derecho de veto

De alguna manera, en otros tiempos, la decisión fundamental de todo gobernante en las postrimerías de su mandato, era la designación del candidato de su partido para buscar sucederlo en el poder, bien sea con su opinión que siempre ha sido considerada fundamental, o de manera abierta con una propuesta. Afirman los conocedores de la liturgia que se sigue en estos menesteres, que la decisión era tomada en la más absoluta soledad y en una lucha interna por dejar atrás sus propios intereses personales, para dar paso al que en muchas décadas ha sido considerado el acto de conciencia más pleno de un ser humano a punto de dejar un cargo, que por momento lo equiparó con un semidiós, con una sola preocupación: la ciudadanía.

En esos años, cuando en nuestro Estado de Hidalgo igual que el resto del país, el primer mandatario estatal no solo designaba al que sería candidato, sino seguro futuro gobernante, se trataba de un momento histórico, único, que siempre delineaba la conciencia real del poderoso a punto de eclipsarse, porque a partir de observar al que dejaba en su responsabilidad, sin duda que era posible comprender si partía con la conciencia tranquila, o, todo lo contrario.

La antigua liturgia ha dejado de ser lo que fue, y simplemente hoy en día carece de toda efectividad, porque por vez primera en la historia de la entidad, sin que esto quiera decir que así sucederá (recuérdese que reflexionamos acerca de un asunto político, y en estos regularmente no hay una lógica definitiva), el partido político que históricamente ha detentado el poder no solo ha dejado de adelantar una victoria, sino que con plena conciencia del momento histórico de la nación, plantea como único día para la decisión final, el de la elección.

Hidalgo es un caso único, si se quiere excepcional en el panorama nacional, sin que esto quiera ser manejado por personajes grises y mediocres, que no paran de lanzar verdaderas agresiones contra lo que sí son priístas de vida, y los califican de todo lo habido y por haber, porque según ellos lo de hoy deberá ser siempre ir por el cambio, conduzca a donde conduzca.

No. Cada instituto político cuenta con una base de militantes que no cambiará su parecer porque la moda así lo indica, o porque si todos dicen que las lealtades ya no existen, luego entonces hay que entrarle a este nuevo esquema de vida.

Pero retomemos el principio para llegar al final: esta vez el gobernante en turno, si bien tiene una opinión privilegiada que le otorga el prestigio ganado en su gobierno, sabe que con todo y que pudiera ser el fiel de la balanza para que uno u otro de los que hoy se mencionan sea finalmente el que llegue a la candidatura, esto de ningún modo tampoco es garantía de que triunfe.

Sabe también que su tarea fundamental deberá centrarse en concluir con buenas cuentas su administración y confirmar en todos sentidos que no tuvo, tiene, ni tendrá, mayor preocupación que haberle cumplido a los que le dieron toda su confianza cuando ganó el honor de llegar al cargo más importante de elección popular en la entidad.

Pero también, y eso es un hecho concreto, que no puede, ni debe, aceptar que, si bien no puede determinar el nombre del candidat@, si puede contar con la capacidad de vetar a quien considere que solo generaría complicaciones no a su persona, si al correcto desarrollo de una entidad de por sí con condiciones complicadas. Tal vez no pueda en estos tiempos decidir quién sí, pero quién no… sí.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta