Home Nuestra Palabra Javier Peralta RETRATOS HABLADOS

RETRATOS HABLADOS

0
RETRATOS HABLADOS

Hasta siempre, hasta pronto, capitán del mar amoroso

“La muerte es parte de la vida, y el amor es el mejor bálsamo cuando afloran los dolores”, escribió mi hermano Antonio en uno de los cuatro libros que publicó. 

Ayer murió luego de una larga lucha contra el Covid-19, porque nunca dejó de ser el médico que atendía a sus pacientes y hasta que pudo hacerlo, siempre tuvo como guía de vida buscar curar enfermedades. Le gustaba escribir, además de la carrera de medicina que cursó en la UNAM hizo la especialidad en Ginecología y Obstetricia, y graduarse como Sexólogo en el Instituto Mexicano de Sexología (IMESEX).

Publicó “Amor y Sexualidad, El reto de ser pareja, el reto de ser padres”, “Los hombres mueren en silencio”, y dos novelas siempre relacionadas con el amor: “Amapola, un amoroso viaje a través del tiempo”, y el año pasado, “El Mar. Siempre el Mar. Un pacto de amor que no termina”.

Fue articulista del diario que usted tiene en sus manos desde su aparición, de La Jornada de Puebla, así como de estaciones de radio en Tehuacán, ciudad donde vivió buena parte de su vida.

Hace poco me empezó a extrañar no recibir su columna semanal “De Cuerpo Entero”, un trabajo de divulgación sobre sexualidad humana siempre ligado a la narrativa, hasta que en un mensaje me comentó las complicaciones que la enfermedad le había traído. Estuve seguro que en poco tiempo lo tendríamos de regreso en las páginas del periódico para aprender más de un profesional de la medicina.

Ya no lo volveré a ver, al menos en este plano de realidad, en que supe de un hombre bueno en todo el sentido de la palabra, dedicado al estudio, al amor por su familia y cada una de las personas que pudo ayudar. 

Siempre me enorgulleceré de haber crecido a su lado, de ser portero en el equipo que gustaba dirigir como capitán en el Deportivo Los Galeana de la Ciudad de México, de ser invitado por él para la presentación de cada uno de sus libros, de recibir sus cartas cuando la vida se me hacía bolas, y con la facilidad que tenía para señalar un faro que siempre iluminaba el camino, lograra que todo regresar a la tranquilidad.

Donde quiera que fue logró tener el cariño de las familias que lo conocían, pero también impulsar proyectos únicos en esos tiempos, como la Cartilla de Salud para el Hombre en Tehuacán, Puebla, porque nunca concibió que se diera por hecho que por costumbre, y porque simplemente así debía ser, los hombres no tuvieran acceso a una cartilla donde se asentara que año con año debían cumplir con la realización de exámenes para conservarse sanos.

Le encantaba leer, escuchar buena música, pero sobre todo amar entrañablemente a su familia: a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos, a cada uno de los que conoció y quiso de la manera más sincera, más amable.

Lo voy a extrañar mucho como seguramente todos los que pierden a un hermano lo hacen, pero también porque compartió el gusto por escribir, la posibilidad de recordarlo como cuando en su último libro escribió: “Siempre el mar, sigue allí y… ¿a dónde puede ir?, si su existencia es no solo para navegar, sino para atender a las almas atribuladas por el sufrimiento; pero sobre todo, por el amor. Dios no se equivocó al crear más mar que tierra, porque las aguas sirven como espejos que multiplican las esencias de la vida, porque magnifican la espesura del amor, y porque sirven para ver un poquito del infinito del cielo”.

Te voy a extrañar carnalito, pero siempre que vea el mar sabré del hombre maravilloso y bueno que fuiste.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta