RETRATOS HABLADOS

RETRATOS HABLADOS


Todos los caminos conducen a sociedades no igualitarias


La pandemia, sus efectos directos o indirectos en personas queridas, nos pueden llevar a pensar que toda la estructura del sistema político, económico y social en que nacimos y crecimos probablemente ya no tiene remedio, de tal modo que la única certeza es que hemos arribado al lugar del espacio-tiempo en que todo se repite y se repite sin cesar.

El Presidente de la República puede ser señalado como único responsable del dramático momento que vive la nación, pero ciertamente no lo es de haber generado tanta esperanza hacia un cambio, transformación o como quieran llamarla, por la sencilla razón de que simplemente ya no existe.

Hace muchos años era más fácil prometer que caminaríamos hacia una sociedad sueño del socialismo, pero la cruda realidad de países que practicaron un remedo del mismo, hizo ver que la mera verdad no hay alternativas, que estamos condenados a una realidad donde la no igualdad es la que logra mantenerla viva.

La pandemia detuvo en seco la antigua creencia de que es válido sacrificar generaciones enteras por un ideal; nada más absurdo porque los ideales dejaron de existir, porque la herencia de los libertadores de América (Cuba, Nicaragua, entre otros), es que son países hundidos en la desigualdad y “Revolucionarios” que probaron el poder para nunca volverlo a dejar, y acabar convertidos en los dictadores que derrocaron.

Ya no hay espacio, ni ganas, ni vocación para creer en personajes míticos que tomaron su fusil para irse a la Sierra, y convertir en realidad un sueño.

Algo tendrá que surgir en un futuro inmediato, pero la lucha eterna por una sociedad igualitaria todavía se confunde a propósito y con muy malas intenciones, con la creación de una sociedad de iguales, de muchedumbres perdidas en la nada.

Sin historia, sin estrellas que las iluminen, y por el contrario plagada de rencores, sed de venganza, porque ahora resulta que todos deben ser igual de miserables, igual sin mirar al cielo porque lo de hoy es que todos vean lo mismo, padezcan lo mismo, mueran sin saber a ciencia cierta si todo se trató de un mal sueño en que por confundir igualdad con ser iguales se hundieron en la misma embarcación amarrados unos a otros en el momento final.

No, de frente a una nueva elección lo único podemos afirmar es que la sociedad vive aún por su capacidad antropófoga de comerse a si misma, y hacer creer que se trata de un sueño, un ideal el que se busca. No, no es así. Nunca ha sido así.

Mil gracias, hasta mañana.

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