RETRATOS HABLADOS

Siempre es posible sobrevivir

Regresamos a semáforo rojo.

La situación es crítica, aunque nos neguemos a aceptar tan cruda realidad, luego de navegar con la bandera de la incredulidad durante casi un año, hasta que finalmente vimos de cerca que el virus es un asesino rapaz y traicionero, y que por supuesto barre a su paso con quienes insistieron hasta su último aliento en negar su existencia. Existe. Mata. Y es cruel en todo el sentido de la palabra.

No fue lo que pensamos el arranque de un nuevo año. Por el contrario, las cosas parecieran ir peor con todo y que la vacuna empieza a llegar a territorio nacional, pero a ciencia cierta nadie sabe si cuando le toque todavía estará vivo o con los pulmones hechos un desastre en caso de sobrevivir.

Parece llegado el momento en que el capitán del barco dé el grito de alarma para abandonar la embarcación: “¡niños y mujeres primero!”, porque desde el centro de comando el almirante de todo el país no se cansa de asegurar que pese al panorama en que uno a uno los navíos se van a pique, jura y perjura que vamos mejor que nunca, que la situación está a pedir de boca. Es muy probable que ni con el agua al cuello acepte la realidad.

Hace poco un maestro carpintero me comentaba: “me morí por lo menos tres veces, no podía respirar y caía desmayado. Estoy seguro que había muerto, pero por la gracia de Dios aquí estoy, muy maltrecho pero vivo todavía. Ya me iré cuando él decida que así sea”, recordaba entre esfuerzos para jalar aire, para llenar los pulmones golpeados a más no poder por la enfermedad.

Me quedo con lo que me dijo al final de la plática telefónica, con el ruego sincero, honesto: “por favor, por lo que más quiera, cuídese y cuide a su familia, a las personas que más quiera. Es un infierno lo que se vive, y es muy fácil morirse. Yo estoy vivo de puro milagro, pero sé que puede ya no haberla contado. Cuídese, cuídense, se lo ruego”.

Por lo mientras regresamos al semáforo rojo, es decir al confinamiento riguroso, al cierre de casi todos los negocios, al fantasma de la quiebra económica, al terror de muchas familias que de pronto verán que el horizonte de nuevo se llenó de nubarrones.

Estamos ante una verdadera pesadilla que a lo largo de casi todo el 2020 insistimos en ver de ese modo: un mal sueño. Y no, no se trata de ningún sueño, sino de una realidad dramática de la que todavía se ve muy lejos la salida.

Seguimos dentro de un túnel sin que esté próxima la luz que anuncia la salida, y por el contrario empieza a flaquear la esperanza, la certeza de que en cualquier momento desaparecerá la oscuridad para dar paso al día. Pero no es así.

Así que lo dicho por el maestro Willy, el carpintero, es lo único que puedo decirle a usted que me lee, que me permite platicarle en estos tiempos cosas mucho más importantes que lo que hagan o dejen de hacer los políticos: “por lo que más quiera, cuídese y cuide a su familia, a las personas que más quiera”.

Solo quienes han caminado por los senderos del sufrimiento saben del sufrimiento, del miedo a que un día cualquiera desaparezcan sin poder siquiera decir adiós.

Dese como Regalo de Reyes la conciencia plena de que con todo y el pesimismo que agarra por el cuello a quien se deja, es posible vencer el destino si comprendemos que estamos ante el reto más grande que la humanidad haya vivido: sobrevivir.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

Related posts