
CINE DE AYER
- En esta ocasión vamos a hablar de “No quiero volver a casa”, el filme Rubén (Martin Churba) es un hombre sin ambiciones, que engaña a su recién parida mujer, y vive a expensas de su padre
Dentro de la retrospectiva dedicada a la cineasta argentina Albertina Carri, que forma parte de la XII Muestra Internacional de Cine con Perspectivas de Género, tuvimos la oportunidad de ver “No quiero volver a casa”.
Filmada en el año 2000, ocho años antes de “Rabia”, que era una ácida visión rural, la cinta narra la conflictiva relación de una familia de la clase alta dividida por el manejo de la fábrica familiar.
Rubén (Martin Churba) es un hombre sin ambiciones, que engaña a su recién parida mujer, y vive a expensas de su padre.
Traumado por los recuerdos infantiles, es el fiel reflejo de una familia desintegrada.
Una joven anuncia que se va a vivir a Londres con su novio. Cuando su madre le pregunta qué hará allá, responde lacónicamente, que lo mismo que hace en Buenos Aires: nada.
El ambicioso Ricardo (Ricardo Merkin) quiere vender la fábrica que ha ido perdiendo poco a poco, y no duda en utilizar el asesinato para lograr sus fines.
La deslavada fotografía de Paula Grandio en blanco y negro da un tono lacónico a los personajes, que serán trasplantados a provincia en la espléndida “Rabia”.
No quiero volver a casa resulta pues un sórdido retrato familiar que parece una constante en el cine de Albertina Carri.