Respondiendo demandas y superando obstáculos.

Conciencia Ciudadana

La llegada de la pandemia del Covid-19 a nuestro país coincidió con un cambio de régimen político nada fácil para quien lo encabeza ni para la sociedad mexicana en general. Antes de la aparición del flagelo, hace un mes y medio, el nuevo gobierno había comenzado a aplicar sus propias fórmulas con el fin de redirigir la economía nacional y las finanzas públicas hacia metas màs favorables a las mayorías sociales; golpeadas por la concentración del ingreso, el abandono del desarrollo popular y los servicios públicos y un galopante endeudamiento de los gobiernos neoliberales.
Al iniciar su sexenio, el presidente López Obrador hubo de enfrentar el daño provocado por las políticas neoliberales en prácticamente todos los campos de la administración pública y la economía implementando medidas urgentes de reconversión que no gustaron a todos. Aún antes de tomar posesión de su cargo, el nuevo presidente dio muestras fehacientes de que con él las cosas no serían igual que antes. La cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México fue su primer enfrentamiento con la oligarquía neoliberal, haciendo patente ante la opinión pública que el nuevo sexenio iba en serio por la transformación de la vida nacional.
Tras protestar el cargo presidencial, Andrés Manuel emprendió un debate sin claudicaciones con  las fuerzas empeñadas en mantener el costoso proyecto, haciendo escuchar una novedosa argumentación en lo político y lo económico, que causó el enojo de sus malquerientes y el desconcierto de sectores intelectuales, académicos y científicos impuestos a analizar y debatir la realidad nacional desde la visión del neoliberalismo, orientada a garantizar las ganancias empresariales y a entender  la intervención  del  gobierno en la economía, sólo como auxiliar para el fomento y protección de los negocios privados.
Las discusiones entre el presidente y quienes le rebaten fueron –y siguen siendo- ríspidas y difíciles. El uso indiscriminado de los medios de comunicación social -todavía en manos de quienes han perdido su capacidad de maniobra política e intentan recuperarla influyendo sobre la opinión pública- ha sido desde entonces la constante de la vida política. Sin embargo, también en ese campo de lucha el presidente ha salido adelante; pues la opinión pública sigue siendo favorable a sus decisiones no solo por la confianza hacia su persona, sino por las medidas favorables a la economía popular mediante obras públicas de gran calado, apoyos económicos a ancianos, estudiantes, precios de garantía para agricultores, gasolina barata y control de la inflación, entre otros a los que sus adversarios no les conceden valor alguno.  
Por tanto, no es posible ocultar –aunque algunos traten de hacerlo-, que en la confrontación entre las tesis económicas de Andrés Manuel y las de sus adversarios se enfrentan dos proyectos de nación  distintos -aunque no aún de manera radical-, que dividen a la sociedad mexicana irremediablemente en dos bandos ideológicos a los que el presidente identifica como conservadores y liberales; cuya existencia se debe a causas históricas y sociales que, creyéndose superadas; no sólo no se han resuelto, sino que, por el contrario, resurgieron con renovado brío con el triunfo del neoliberalismo; de ahí la referencia constante que el encargado del ejecutivo nacional hace de ellos en sus entrevistas, declaraciones y escritos. 
Pero no sólo debaten ambos polos de la opinión nacional. Entre quienes apoyan el cambio, hay algunos que siguen dudando que el gobierno de la 4T vaya en el camino correcto al confrontarse  con las teorías que ellos mismos adquirieron en su formación académica y defendieron en su anterior práctica profesional; lo que les hace temblar ante la temeridad de las decisiones presidenciales. Aunque poco visible, este grupo es muy poderoso, pues ocupa posiciones estratégicas en la actual administración desde las cuales trata permanentemente de moderar los efectos de las decisiones presidenciales mediatizando su alcance y operatividad propiciando toda clase de obstáculos que impiden, estorban o de plano sabotean las medidas –a su juicio demasiado “radicales”-del proyecto liberal y democrático de la Cuarta Transformación.
No obstante, contra lo recomendado por conservadores y cautos moderados, AMLO  ha logrado, en este tramo de su gobierno, dedicar fuertes recursos al bienestar social, deteniendo el endeudamiento público sin aumentar impuestos (aunque tampoco condonarlos) e iniciar grandes proyectos de inversión pública como el aeropuerto de Santa Lucía; la Refinería de Dos Bocas o el programa Sembrando Vida; a la par de detener la  concesiones petroleras; todo, sin recurrir a préstamos de la banca de desarrollo ni tocar con el pétalo de una incautación empresarial al capital o poner en el banquillo de los acusados a los ex presidentes de la república ni a ningún oligarca mafioso. 
De última hora, AMLO sorprende a los inconformes con sus políticas económicas renunciando a los llamados tiempos oficiales en las televisoras comerciales, lo que permitiría a estas obtener jugosas ganancias por publicidad, tal vez mayores a las posibles reducciones fiscales que ellos venían exigiendo para “salvar a la industria de las telecomunicaciones”; todo ello sin que nadie se lo haya pedido y ni siquiera insinuado; renunciando a un poder que se mantuvo en manos de los presidentes del pasado demostrando, ante propios y extraños , que es capaz de desprenderse de un poderoso escudo contra el conservador sector de las televisoras privadas, permitiendo que puedan recapitalizarse mediante la recuperación del uso de tal espacio. Si esto no lo es, pues entonces no se sabe qué será el cambio. 
López Obrador se perfila así como un conocedor a fondo de la economía nacional y del poder que “detenta” para poderla transformar en beneficio de los grandes sectores nacionales; mostrando a la nación entera  las posibilidades que surgen  cuando se renuncia a ver a lo económico sólo como instrumento para la obtención de ganancias privadas y, en cambio, se orienta a rescatar a los sectores más pobres de su miseria, a fortalecer la planta productiva propiedad de la nación y a destinar sus ganancias a la educación, la salud y la protección de todos los habitantes de la nación. 
Y RECUERDEN QUE VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS YA CON NOSOTROS.

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