“Resignifiquemos las calaveritas, con Perspectiva de Género”

“Resignifiquemos las calaveritas, con Perspectiva de Género”

IGUALDAD SUSTANTIVA, EMPODERAMIENTO EFECTIVO

A propósito de la celebración del “Día de Muertos”, el símbolo que representa  esta tradición mexicana es la de “La Catrina” creada por el caricaturista José Guadalupe Posada, para hacer ver que la muerte es democrática, porque sin considerar condiciones de raza, económicas o sociales de la gente, siempre acabarían siendo calaveras; en sus publicaciones en diarios circulantes del siglo XX,  Posada expresaba una crítica social hacia las clases medias y privilegiadas proyectando la ilustración de la “Calavera Garbancera” para denotar a las personas que se negaban  tener raíces indígenas y que además pretendían ser europeas.

La “Calavera Garbancera” se mostraba siempre con un sombrero ostentoso para aparentar ser más de lo que las personas eran en realidad, fue Diego Rivera quien completó su atuendo asignándole el nombre de “La Catrina” a quien además del sombrero adornado y esqueleto estilizado, dio vestimenta elegante, maquillaje facial elaborado, sonrisa estilizada en su obra “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, como una forma de arte en sus distintas formas de expresión. 

Así, surgen las calaveritas literarias a manera de composiciones elaboradas en verso donde se destaca el humor y sarcasmo para ridiculizar de manera cómica e irónica a personas, instituciones o situaciones, haciendo referencia a la muerte, las calaveras y las tumbas con motivo del “Día de muertos”, expresiones que retoman la idiosincrasia propia de la cultura mexicana, en sus formas similares de pensar, actuar y hablar. 

Tal es el caso de las mujeres, que en estas calaveritas aluden a los roles y estereotipos machistas, patriarcales y misóginas que por condiciones de género se dirigen a la subordinación, a su imagen como objeto sexual, a las tareas del hogar y cuidado como madres ejemplares, que fortalecen el ejercicio cotidiano de esas prácticas, un ejemplo es la siguiente:

Calavera a una madre abandonada de Isabel Vázquez: “La gente se pregunta de qué murió, será que estaba enferma o que mucho sufrió, los vecinos cuentan que, no murió de enfermedad, murió de tristeza, y de tanta soledad, tuvo muchos hijos y sola la dejaron, sin importarles nada, del pueblo se marcharon, nunca han regresado, no sé si no han podido, o será que tal vez, tampoco han querido, sólo ellos saben sus razones, uno no puede opinar, mira que cuando vayan ante Dios, sólo él los podrá juzgar, o tal vez y paguen, aquí en este mundo, por causarle a esa mujer, aquel dolor tan profundo, o tal vez se lo merecía, eso nunca  lo sabremos, se lo podemos preguntar, el día que la alcancemos, me está costando trabajo, poder seguir escribiendo, porque esto en el corazón, a mí me está doliendo”. 

El análisis muestra que se juzga de acuerdo a formas de pensar asociadas a la idea tradicional de que las madres siempre deben estar acompañadas de sus hijos e hijas, sin conocer la forma de pensar y de sentir de las madres, porque aunque se dice que no lo saben, no se habla del deseo de la madre por tener cerca a sus hijos e hijas como parte de una voluntad propia. Muchas madres después de vivir tanto trabajo, bullicio y aglomeración, sólo desean vivir en tranquilidad y silencio. 

Resignificando las calaveritas literarias, ahora surgen otras con el ingrediente feminista, como la elaborada por Paulina Corona, Karina Gómez y Natalia Osses: 

“Como cada año, La Catrina decidió visitar a los vivos, pero qué sorpresa se llevó, cuando se encontró el mundo en el que vivimos. Con una sociedad machista se encontró, en la que el régimen de género a todos etiquetó con un sistema patriarcal que la libertad castró. La catrina ante tal contexto descabellado, Feminista se convirtió, y al machismo y el patriarcado, la muerte les declaró. A ti, patriarcado, las patas te voy a jalar, la Catrina decidió resistir con alegría, con chistes y canciones a ti te voy a llevar conmigo no podrás, en el infierno morirás. 

Mi cuerpo no vas a dominar, de tus cadenas me voy a soltar como quieras llamarlo, mi cuerpo o mi esqueleto es mi propio territorio. Ante tal motivación La Catrina al movimiento Jineologí conoció, en el que, a través de la reeducación, las mujeres se pusieron en acción. Mis saberes bajaré, herramientas compartiré, como una rosa con espinas me defenderé. Necesitamos espacios de mujeres, unidas seremos fuertes, incluso iremos más allá en nuestro territorio, la confianza guiará.

Sin embargo, este año, la Catrina no lo logró, el Patriarcado con vida siguió. No te queda mucho tiempo, condenado, te prometo que cada año por ti vendré con tu existencia acabaré”.  

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