OPINIÓN
Qué tan bajo han caído las expectativas lo ilustra el hecho de que el crecimiento pasó de 1.4% en 2013 a 2.1% en 2014 y eso se toma como una buena noticia. Más bien significa resignación a la trayectoria de las tres décadas pasadas, cuando sólo crecimos 2.5%.
Más aun cuando el Banco de México anuncia que está revisando a la baja su estimación de crecimiento para 2015 y también para 2016 y agrega nuevas razones para desconfiar del futuro. No recuerdo nunca haber visto en los informes del Banco referencias al descontento social, pero su sola mención ha causado preocupación.
No es que falte a la verdad, sino que en tan sólo un año las causas económicas y de política económica del bajo crecimiento ya se contaminaron con la situación social y eso hace que el problema de falta de confianza sea mucho más difícil de atacar.
Pero ateniéndonos a las variables puramente económicas en juego en 2015 y ya reflejadas en la mejoría marginal entre el primer semestre y el segundo del año pasado, en favor del crecimiento está el aumento de la construcción, así como de la exportación.
La construcción tiene en teoría margen para crecer más. Sin embargo, hoy enfrenta tres problemas. Uno es la morosidad de créditos personales, lo que hace que ésta se torne más cautelosa y más aún si se prepara para un aumento de tasas de interés. El Banco de México ha sido más que categórico de que subirá la tasa, al subir la tasa estadounidense.
El segundo problema es el retraso y la pérdida de confianza en los proyectos de infraestructura del gobierno. Aunque la cancelación del tren a Querétaro ahora resulta que es ventajosa para las finanzas públicas, siendo el primer proyecto grande de este gobierno, dio una mala señal sobre la firmeza de los propósitos oficiales en infraestructura.
Un tercer problema lo ilustró el mismo Banco, al señalar una reducción en la oferta externa de recursos financieros hacia México este año, debido a la perspectiva de aumento de tasas de interés en Estados Unidos. Estima esta reducción en 1.9% del PIB y podría ser conservadora. Combinado con el recorte de gasto en los proyectos de Pemex, el impacto resultará en cancelaciones y retrasos de obras que hasta hace poco se consideraban como seguras.
La exportación tiene aparentemente mayor firmeza y el débil tipo de cambio la ayuda. Sin embargo, el crecimiento estadounidense también es modesto. Para empezar, la recuperación en ese país ya tiene seis años y es lógico que tenga pronto una pausa. Hoy la Reserva Federal no discute si sube la tasa de interés, sino cuándo lo hace.
Los créditos vencidos para compra de automóviles en ese país aumentaron en 20 mil millones de dólares en el cuarto trimestre o 20% de lo que fue el otorgamiento de nuevos créditos. Esto es una primera señal negativa en el sector que ha impulsado la exportación de México.
Aparte de construcción y automóviles, en los que ha descansado el crecimiento en 2014, hay sectores en problemas. Uno es la producción petrolera que está cayendo. Los 2.4 millones de barriles diarios que el programa oficial pronosticó en 2015 están en la realidad más cerca de 2.2 millones y con señales preocupantes de caer aún más. Recuérdese que al comentar el bajo crecimiento del producto en el tercer trimestre el gobierno dio como explicación la caída del volumen de producción. Los recortes de gasto a Pemex lógicamente harán que la producción caiga más. El debilitamiento de esta empresa estatal es negativo para toda la economía y a la larga para las cuentas fiscales.
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