EN HUEJUTLA
Entrevista con José del Refugio Salazar Sánchez, nos muestra la forma en que, en compañía de su familia, colocan el altar y la participación que cada uno de ellos tiene
Es como todas las personas de edad avanzada en Huejutla, un hombre delgado, fuerte, de aquellos que algunos dicen “de buena madera”, su charla es grata y elocuente, con más de 80 años, don José del Refugio Salazar Sánchez, nos recibe en su casa ubicada a algunas cuadras del Reloj Monumental de Huejutla, él permanece junto a su ofrenda, en su silla mecedora, y cuando nos ve venir, lueguito estira el brazo y nos da la mano de bienvenida.
Enseguida nos ofrece una silla, y tras conversar un poco, don José nos introduce en el festejo del Xantolo, la fiesta que deriva del vocablo latín “Sanctorum” y que hacía referencia a todos los santos, pero que hoy se conoce así por la pronunciación que los mismo huastecos le dieron.
Para el señor que nos muestra de forma oral las páginas del tiempo en Huejutla, no hay muerte sino vida en la tradición, y por tanto no la ve como algo que vaya a perderse “el Xantolo nunca se va a terminar, la gente se muere, pero la tradición prevalece, han sido tantísimos años y seguimos aquí”, dijo.
Y agregó “yo desde niño vi cómo mi familia hacía el arco, junto con mi hermano aprendí la tradición, así sucedió con mis padres y ahora me toca a mí”. Expresa el hombre al que se le nota la sabiduría en la mirada, en tanto toma el copalero y sopla con el amor que un familiar recuerda a sus seres queridos.
De igual forma al ser cuestionado sobre la tradición que aunque es herencia directa de los ancestros prehispánicos, la tradición se ha modificado, y aseveró que hay elementos que deben recuperarse como la ofrenda y encendido de luces para “el ánima sola”.
“El Xantolo para mi quiere decir recuerdo de los difuntos, y a pesar de que es muy triste recordar que tenemos familiares que ya no están, debemos comprender que así es nuestro ciclo, debemos nacer, crecer y morir, no sin antes dejar buenas enseñanzas a nuestros hijos. Hay costumbres que se están perdiendo y entre éstas está el encendido de luces para el ánima sola, la ofrenda es compartir, y debemos encender una luz para aquellos que ya no tienen deudos que les enciendan una vela, por eso es necesario conservar nuestras tradiciones”.
Finalmente, el maestro, don José del Refugio Salazar Sánchez, nos muestra la forma en que, en compañía de su familia, colocan el altar y la participación que cada uno de ellos tiene, así se vive el Xantolo, con una de las familias con mayor tradición en la cabecera municipal, la casa donde todavía se comparte el pan con el ánima sola y en donde han sido testigos del paso del tiempo y del cambio de la tradición, la forma en que se ha modificado y que no siempre ha sido para bien, desde la perspectiva del orgulloso huejutlense octogenario.