Replantear la educación XXIII (y última)

Dinámica Educativa

(Tomado del documento homónimo publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO)

    “Es necesario recontextualizar los principios fundamentales de la gobernanza de la educación, en particular el derecho a la educación y el principio de la educación como un bien público. Propone que se preste más atención en la política de educación al conocimiento y a las formas en que se crea, adquiere, valida y utiliza. Propone que la consideración de la educación y el conocimiento como bienes comunes mundiales podría ser un enfoque útil para reconciliar la finalidad y la organización del aprendizaje como tarea social colectiva en un mundo en cambio.
Considerando el camino a seguir como una llamada al diálogo, se proponen una serie de cuestiones para su ulterior debate:
Aunque los cuatro pilares de la educación –conocer, hacer, ser y vivir juntos– tienen incluso más validez en la actualidad, se ven amenazados tanto por la mundialización como por la reaparición de políticas de identidad nacional. ¿Cómo se pueden fortalecer y renovar?
¿Cómo puede responder mejor la educación a los desafíos que representa lograr la sostenibilidad económica, social y ambiental? ¿Cómo puede realizarse este enfoque humanista por medio de las políticas y prácticas de la educación?
¿Cómo es posible conciliar la multiplicidad de las cosmovisiones por medio de un enfoque humanista de la educación? ¿Cuáles son las amenazas y las oportunidades de la mundialización para la política nacional y la adopción de decisiones en la educación?
¿Cómo se debería financiar la educación? ¿Cuáles son las consecuencias para la formación, capacitación, evolución y apoyo de los docentes? ¿Cuáles son las consecuencias para la educación de la distinción entre los conceptos de bien privado, bien público y bien común?
La UNESCO, como organización de las Naciones Unidas especializada en educación, así como en las esferas afines de la ciencia, la cultura y la comunicación, debería reforzar su función de ‘laboratorio de ideas’ para supervisar las tendencias mundiales del desarrollo y sus consecuencias para el aprendizaje. Esto sería conforme al mandato de la UNESCO en el campo de la educación y su papel como laboratorio intelectual.
Como formular políticas desde el aislamiento no sirve para nada, las diversas partes interesadas deberían reunirse, con sus múltiples puntos de vista, para poner en común los resultados de las investigaciones y articular principios normativos que orienten las políticas públicas.
Merece la pena señalar, por ende, que la UNESCO es un caso excepcional dentro del sistema de las Naciones Unidas por tener redes mundiales de Comisiones Nacionales, Cátedras UNESCO e institutos especializados.
Esas redes podrían utilizarse como medios para reevaluar la finalidad y evaluar con regularidad la práctica educativa, a medida que cambien las circunstancias y las necesidades. Esto podría llevarse a cabo por medio de un mecanismo que actúe como observatorio permanente y examine las tendencias del desarrollo y sus consecuencias para la educación, y las comunique.
La humanidad ha iniciado una nueva fase de su historia con un creciente y rápido desarrollo de la ciencia y la tecnología, que ofrecen a la vez posibilidades utópicas y distópicas. Para que puedan beneficiarnos de manera emancipadora, justa y sostenible, es preciso comprender y controlar las oportunidades y los riesgos. Posibilitarlo debería ser la finalidad esencial de la educación y el aprendizaje en el siglo XXI.
Asimismo, la labor fundamental de la UNESCO, como laboratorio mundial de ideas, debería consistir en mejorar nuestro entendimiento de esas posibilidades con miras a mantener a la humanidad y su bienestar común. La finalidad de esta publicación es contribuir a fomentar el debate.”
Resumiendo se puede afirmar que “vivimos en un mundo que se caracteriza por el cambio, la complejidad y la paradoja. El crecimiento económico y la creación de riqueza han reducido los índices mundiales de pobreza. Sin embargo, la vulnerabilidad, la desigualdad, la exclusión y la violencia se han intensificado en las sociedades y entre ellas en todo el mundo.
Las modalidades insostenibles de producción económica y de consumo provocan el calentamiento planetario, el deterioro del medio ambiente y un recrudecimiento de los desastres naturales.
Además, aunque hemos reforzado los marcos internacionales de derechos humanos en el transcurso de los últimos decenios, sigue siendo difícil aplicar y proteger esas normas. Y si bien los avances tecnológicos conducen a una mayor interconexión y abren nuevas perspectivas de intercambio, cooperación y solidaridad, asistimos también a la proliferación de la intolerancia cultural y religiosa, la movilización política basada en la identidad y los conflictos.
Estos cambios señalan la aparición de un nuevo contexto mundial para el aprendizaje que tiene repercusiones esenciales para la educación. Nunca ha resultado más urgente replantear la finalidad de la educación y la organización del aprendizaje que ahora.
Este documento aspira a ser un llamamiento al diálogo. Se inspira en una visión humanista de la educación y el desarrollo basada en el respeto de la vida y la dignidad humana, la igualdad de derechos, la justicia social, la diversidad cultural, la solidaridad internacional y la responsabilidad común por un futuro sostenible.
En él se propone que erijamos la educación y el conocimiento en bienes comunes mundiales a fin de reconciliar la finalidad y la organización de la educación como un cometido social colectivo en un mundo complejo.”
*Rector de la Universidad Tecnológica Bilingüe de Mineral de la Reforma (UTMiR-BIS).

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