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Replantear la educación XI

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Dinámica Educativa

(Tomado del documento homónimo publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO)

    “Reconsiderar la elaboración del plan de estudios.
    ¿Cómo sería un plan de estudios humanista desde el punto de vista de la formulación y el contenido de las políticas? Por lo que respecta al contenido y los métodos del aprendizaje, un plan de estudios humanista plantea sin duda más preguntas que respuestas ofrece. Fomenta el respeto a la diversidad y el rechazo de toda forma de hegemonía, estereotipos y prejuicios (culturales).
Se basa en una educación intercultural que admite la pluralidad de la sociedad y asegura al mismo tiempo el equilibrio entre el pluralismo y los valores universales. Por lo que se refiere a la política, conviene recordar que los planes de estudio son instrumentos para alcanzar objetivos educativos y organizar los procedimientos correspondientes.
Para que esos planes tengan legitimidad, el proceso de diálogo previo a la determinación de los objetivos de la educación debe ser participativo e inclusivo. La política y el contenido del plan de estudios deben regirse por los principios de justicia social y económica, igualdad y responsabilidad medioambiental, que constituyen los pilares del desarrollo sostenible.
Lograr una educación más inclusiva.
Hay progresos, pero persisten las desigualdades en la educación básica.
Desde 2000, se han realizado progresos significativos en la aplicación del derecho a la educación básica, en parte imputables a los marcos de la Educación para Todos (EPT) y los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Estos progresos son visibles en la mejora de los índices de matrícula escolar, menor número de niños no escolarizados, aumento de los índices de alfabetización, en especial entre los jóvenes, y una reducción de las diferencias de género en el mundo, tanto por lo que se refiere a la matrícula escolar como a la alfabetización de adultos.
Pese a esos progresos, no se ha cumplido la promesa que hicieron en una fecha tan lejana como 1990 los gobiernos y los asociados internacionales del desarrollo de atender las necesidades básicas de aprendizaje de todos los niños, jóvenes y adultos.
Casi 60 millones de niños y 70 millones de adolescentes en todo el mundo siguen careciendo de acceso a una educación básica efectiva. En 2011, cerca de 775 millones de adultos seguían estando considerados como insuficientemente alfabetizados.
Incluso en el caso de quienes tienen acceso a la educación básica formal, el abandono prematuro de la escuela y una educación de baja calidad contribuyen a un nivel insuficiente de adquisición de las aptitudes básicas, pese a que la calidad de la educación y la adecuación del aprendizaje siguen siendo preocupaciones esenciales.
Al menos 250 millones de niños no saben aún leer, escribir o contar como es debido, incluso después de cuatro años como mínimo asistiendo a la escuela.
    Persisten, además, desigualdades notables entre países, y los promedios nacionales de muchos de ellos encubren desigualdades impresionantes en los niveles de logros y resultados de la educación básica. Ciertos factores tradicionales de marginación en la educación, como el género y la residencia urbana o rural, siguen sumándose a otros factores como los ingresos, la lengua, la condición de minoría y la discapacidad para producir desventajas que se refuerzan recíprocamente, en especial en los países con bajos ingresos o afectados por conflictos.

    La igualdad de género en la educación básica.
    La igualdad de género en la educación se ha equiparado tradicionalmente con la paridad de géneros en los distintos niveles de la educación formal. El género viene siendo un factor tradicional de desigualdad en la educación, casi siempre en perjuicio de las niñas y mujeres. No obstante, desde 2000 se han observado en el mundo avances significativos en la reducción de las desigualdades, siendo ahora mayor el porcentaje de niñas y mujeres que acceden a los diferentes niveles de la educación formal.
De hecho, se ha logrado la paridad en la educación primaria en Europa Central y Oriental, Asia Central, Asia Oriental y el Pacífico, América Latina y el Caribe, América del Norte y Europa Occidental. Además, desde 2000 se han producido avances considerables en la reducción de diferencias entre los géneros, especialmente en Asia Meridional y Occidental, y, en menor grado, en África Subsahariana y los Estados Árabes.
Sin embargo, pese a los notables progresos que se han realizado, la mayoría de los niños no escolarizados son niñas, al mismo tiempo que dos tercios de los jóvenes y adultos escasamente alfabetizados del mundo son mujeres. Para contribuir al empoderamiento de la mujer, los muchachos y hombres han de participar también en la lucha contra las desigualdades de género, y deben empezar a hacerlo ya en la educación básica.
    La paridad de géneros en la enseñanza secundaria y superior.
    En la enseñanza secundaria, el objetivo de la paridad de géneros se ha alcanzado en varias regiones, entre ellas Asia Central, Asia Oriental, América Latina y el Caribe, América Septentrional y Europa Occidental. En otras se han reducido las diferencias, en particular en Asia Meridional y Occidental y, en menor grado, en los Estados Árabes.
Las diferencias entre los géneros en el número de matrículas en secundaria saltan más a la vista en África Subsahariana, Asia Occidental y Asia Meridional, que presentan los promedios de matrícula más bajos.
Ahora bien, por lo que respecta a la educación terciaria, la proporción de mujeres entre el alumnado universitario en África Subsahariana sigue siendo baja, y el objetivo de la paridad de géneros en la educación terciaria constituye una dificultad muy seria.
En el resto del mundo, se han registrado avances en la mayoría de las regiones, particularmente llamativos en los Estados Árabes, Asia Oriental y el Pacífico, y Asia Meridional y Occidental. En algunas regiones, como Europa Central y Oriental, el Caribe, América Septentrional, el Pacífico y Europa Occidental, la proporción de mujeres que participan en la educación superior es de hecho superior a la de hombres, lo que no se debe únicamente al incremento más rápido de muchachas matriculadas en educación secundaria, sino también a los malos resultados por parte de los muchachos y el menor número de ellos que terminan la secundaria, como se observa en muchas regiones.
La pauta de abandono de la secundaria por parte de los muchachos en algunas partes del mundo, como el Caribe y América Latina, es otro motivo de preocupación por la tensión a la que se ve sometida la cohesión social.” (Continuará).
(Para el registro: ésta es mi colaboración 450).
*Rector de la Universidad Tecnológica Bilingüe de Mineral de la Reforma (UTMiR-BIS).