Cambio de chip

Harta de los abusos, humillaciones y recuerdos que bajaban su autoestima, se fajó las naguas e inició con un nuevo plan de vida, cambiar el chip de su pasado y convertirse en una verdadera cabrona.

Realizó una limpieza profunda en casa y mente, tiró lo que formaba parte de ese ayer tormentoso y eliminó las imágenes que la tiraban en un hoyo profundo de miedos e inseguridades.

Comenzó a salir de fiesta con amigos, amigas, familia; se abrió a nuevas citas y encuentros; propuso nuevas metas, entre ellas estudiar, hacer ejercicio, cambiar su imagen; y modificó el trato hacia los demás.

Caminaba por las calles erguida, sonreía siempre, en las conversaciones siempre educada, amena y parlanchina; salía de viaje y visitaba los lugares que por mucho tiempo soñaba conocer.

Cuando surgían emociones y sentimientos del pasado, cantaba o meditaba; y no permitía que nadie la humillara o menospreciara; muchos amigos, conocidos y familiares se fueron con el cambio, pero nuevas amistades y experiencias llegaron a su nueva vida.

Era libre, ya no tenía ataduras, no cargaba con pesares o deudas ajenas; perdió el miedo a decir no a las peticiones o cosas que le disgustaban, y simplemente se dedicó a ser feliz consigo.

Con el paso del tiempo, se volvía irresistible para los hombres, muchos la asediaban y otros regresaban intentando una segunda oportunidad, pero en todas las ocasiones siempre se puso en primer lugar.

La rodearon chismes, rumores, malas energías, vibras, envidias, pero se cubría de mantequilla y solo dejaba que resbalaran hasta llegar al piso en donde las pisaba con seguridad.

El cambio fue difícil y doloroso, pero no se rindió, porque las modificaciones eran satisfacciones, se sentía plena y feliz con lo que lograba cada día, aunque algunos le llegaban a gritar que era una verdadera cabrona.