Una niñez eterna

Estaba emocionado, el día significaba un doble festejo, por un lado la tradicional fiesta de navidad y por el otro un aniversario más de existencia, y con este año iniciaba el controvertido cierto piso.

Lucía feliz pero a la vez preocupado, si bien, su vida hasta el momento ha sido feliz y exitosa, al lograr la mayoría de sus metas y sueños, pero se negaba a dejar de ser un niño, se rehusaba a comenzar a cargar con amarguras y preocupaciones, pues en su panorama, así eran los adultos.

Sus decisiones siempre las ha tomado con madurez, y sus acciones han sido responsables, prácticamente era un adulto joven, la diferencia era que su niño interior estaba presente en cualquier situación.

Ese estado le satisfacía, no veía la necesidad de cambiar su actitud, porque está le ha ayudado a salir adelante sin sufrimientos, lo que se traducía en felicidad y plenitud.

Sin embargo la angustia se notaba en la cara, pensaba firmemente que entrar a los 30 lo llevaría a caer en nuevas situaciones que le acarrearía preocupaciones y por lo tanto en la amargura característica de las personas en este rango de edad.

Se preparaba para asistir al festejo doble organizado en casa de sus padres, mientras pensaba en la posible transición; dos horas después al llegar a la casa citada fue recibido con felicidad, los apapachos y abrazos, le demostraban que su actitud y forma de actuar no cambiaría, porque su niño interior siempre estaría vigente, seguiría creciendo pese a no querer hacerlo,pero mantendría su alegría y juventud eterna, porque ese era su más grande sueño.