
Sin rastro
Siempre estaba sonriendo, pocas veces mostraba un ápice de tristeza o dolor, el simple hecho de tenerla cerca inundaba el espacio de optimismo, buena vibra y alta energía.
Su esencia, sus actitudes y comportamientos diarios, alejaban cualquier sospecha de que por dentro estaba deshecha, lo peor es que ni ella misma sabía que lo estaba, solo se sentía ansiosa y angustiada, y le preocupaba no conocer el origen de su sentimiento.
No dio importancia al malestar, prefirió bloquear la sensación y continuar con su vida, la rutina, actividades, esencia y energía contagiosa que la hacían ver como una mujer plena y totalmente feliz.
Entre sus rachas de depresión, siempre cuando se encontraba sola, se adentró en las redes sociales y buscó grupos de apoyo con la esperanza de descifrar el origen de su estado de ánimo, pero al no encontrar algo que le sirviera, abortó la misión.
Tomó un libro de su vasta biblioteca integrada principalmente por novelas, se recostó en su cómoda cama de su acogedora habitación, y se perdió en las letras de una historia romántica hasta quedar profundamente dormida.
Al despertar inició con su rutina para dirigirse a su trabajo donde todos, como cada día, la esperaban para ser contagiados con su luz y energía, aunque por dentro seguía sin un rastro para identificar la causa de ansiedad, misma que era calmada con el cariño de su gente.