Leyenda
Trataba de agradable a todos, buscaba la manera de alegrarle el día a cualquier persona, ya sea con una sonrisa, una palabra de aliento, un abrazo, algunos chistes o bien con una que otra filosofía de vida.
Se le podía ver por las calles saludando, bailando, brincando, cantando, también a veces con un semblante de tristeza, pero no permitía que lo vieran en ese estado de ánimo, porque, a su punto de vista, su misión en el mundo era hacer sentir bien al prójimo.
No era muy católico, pero de vez en cuando tenía algunos mensajes bíblicos para recomponer a quienes habían tocado fondo, estaban en la depresión o ya veían como única alternativa dejar de existir.
Era una persona dicharachera, transparente, honesta, sencilla, humilde y amorosa, en un sentido de hermandad y solidaridad, pues jamás se le vio con alguna pareja, pues siempre buscaba a quien necesitara ayuda.
Además era bien parecido, con una sonrisa encantadora, ojos seductores y voz fuerte pero amable; razones físicas y psicológicas por las que en el pueblo no podían creer que no tuviera una pareja.
Algunos decían que tuvo una decepción amorosa que le hizo jurar que jamás intentaría amar de nuevo, pero tan solo era un rumor, un invento para argumentar su soltería, ya que absolutamente nadie sabía su historia.
Todos los conocían en el pueblo, y además era muy querido por la mayoría, tanto que su recuerdo y su paso por este mundo siguen vivos como si fuera ayer, pese a que ya pasaron 10 años desde que encontraron su cuerpo inerte a la entrada de su casa.
Nadie sabe lo que pasó, pero los principales chismes del pueblo apuntan a que su corazón ya no aguantó con tanto problema ajeno que cargaba en la mente y el corazón; sea cual fuere la verdad, hoy es una leyenda.
