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RELATOS DE VIDA

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Milagros en Reyes

María llevaba varios días sin comer, lo poco que conseguía de limosnas lo utilizaba para adquirir comida para su pequeño de tres años que carga sin pesar en su regazo; y a quien trata de mantenerlo dormido para que aguante un poco más las horas sin comida.

 

Faltan unas horas para la llegada de los reyes magos; María optimista piensa que con tanta circulación padres y madres para comprar regalos para sus hijos, probablemente la noche sea buena para conseguir ayuda y entonces abastecerse de lo indispensable para alimentar a su pequeño.

 

María, sentada sobre la banqueta, recargada de la pared y cargando a su pequeño con ayuda de un rebozo, dibuja una sonrisa cada vez que alguien pasa; y enseguida extiende su brazo para mostrar una bandeja que con fuerza detiene en la mano, para que le puedan depositar algunas monedas.

 

Los transeúntes voltean a verla en cuanto percibe el objeto hueco, sin embargo pasan derecho, aún así María no pierde la esperanza, y reiteradamente abraza y besa a quien significa su motor para continuar en esta vida que ha sido dura, pero a la que se aferra.

 

Casi 24 horas han pasado y la faena le ha dejado un par de tortas; está a punto de levantarse para buscar refugio cuando una mano la detiene, le entrega una bolsa con pan de dulce; una persona más se le acerca y le obsequia tamales y bolillos; un pareja  llega hasta ella y le regalan cobijas; agradeciendo con una sonrisa y una bendición, reúne los obsequios y se levanta cuando de un carro baja una mujer mayor, y le da en las manos una maleta, “es un poco de ropa y juegues que mis nietos han dejado, deseo que le sirvan a tu pequeño”.

María estaba agradecida, unas lágrimas salieron y con una sonrisa y un beso despertó a su hijo, los reyes magos habían llegado.