Escombros emocionales

Era una mañana fría, el escenario parecía predecir que el ánimo sería gris y turbio, aún así caminó derecha, tomó las herramientas de limpieza, las acomodó en el carro, suspiró profundamente y subió a la unidad.

En el camino pasaban por su mente las ocasiones en que recorrió el mismo camino para llegar a esa casa que hace algún tiempo cobijo una vida y que ahora la espera para iniciar una nueva vida con grandes esperanzas.

La llegada la llenó de ánimo, una vibra mágica la cubría y el ambiente oscuro se convirtió en un espacio de colores, tranquilidad y paz, esa paz que desde años no sentía en el alma ni disfrutaba debido a los constantes cambios de dirección.

Pese a que la casa había estado mucho tiempo desocupada se conservaba en buen estado, aunque tenía algunos inquilinos poco agradables que causaban angustia, terror y que convirtieron cada rincón y esquina en su hogar.

Agarró la escoba y como tornado derrumbó cada telaraña, sacudió el polvo del techo y las paredes, barrió la basura de cada uno de los cuartos y espacios, para después lavar toda la casa hasta dejarla completamente limpia y oliendo a un nuevo comienzo.

Tiró algunos trapos y ropa que permanecieron en el hogar por años y con ello también depositó en la basura los escombros emocionales que la mantenían atada a una vida en la que dio sin recibir nada a cambio.

Una vez concluida la labor, observó nuevamente su casa e imagino como estarán acomodadas cada una de sus pertenencias, desde cuadros, repisas, fotografías, camas, ropa, plantas, mesa, sala, refrigerador, alacena y lanzó un suspiro más por el trabajo de mudanza que en unos días tendría encima.

El regreso a la casa que aún habitaba fue de tranquilidad, venía cargada de ilusiones, proyectos y principalmente confianza, sabía y sentía hasta los huesos que este inicio significaba la mejor oportunidad para demostrar quién era.