Home Relatos RELATOS DE VIDA

RELATOS DE VIDA

0

La luna

La luna fue testigo de su infortunio, de la soledad y tristeza que cargaba en el alma; mismas que la arrastrarían a la locura, desatino, pérdida de la noción del tiempo y de la esperanza de salir de un hoyo en el que cada día caía más profundo.

Soledad, hizo honor a su nombre, pese a que estaba casada desde hace un par de años, tenía algunos meses en el que la situación sentimental la estaban volviendo completamente loca.

La comunicación se había perdido, se hablaban simplemente para lo esencial; y para qué hablar de la intimidad, las excusas de parte de su pareja para evadirla en el tacto, en los besos y caricias, eran cada vez más grandes.

Estando sola en casa, se recostó en el sillón de la sala para ver una película, permaneció así por horas, la flojera o tal vez la depresión la sujetaban al mueble, mientras que su vista y pensamientos se dirigían a la luna a través de un espacio entre las cortinas.

Fue tanta la luz que irradiaba el satélite natural, que creyó era una señal, un llamado para pedirle un deseo ante el desorden sentimental que presentaba; creyó tanto que solicitó tener nuevamente el amor, atención y pasión de su hombre, pues tenía mucho tiempo necesitada.

Desde ese día pidió a la luna, sentirse amada y feliz, que su pareja con la que decidió juntar su vida regresara a ella y ya no partiera nunca más, le urgía hablar y tenerlo entre sus brazos.

Su obsesión era tal, que comenzó a creer que si platicaba con ella pronto su deseo sería concedido, así que le contaba de cómo estuvo su día en el trabajo, los pendientes, proyectos e ilusiones.

El tiempo pasaba y la relación con su marido se deterioraba más, pese a que se esmeraba por platicar, él nunca la escuchaba solo estaba atento a su celular para finalmente recostarse y dormir.

Tales acciones hicieron pensar a Soledad que su hombre estaba en otro lado, que sus pensamientos se habían ido a un lugar diferente en el que se encontraba, hasta deducir que seguramente se había ido a la misma luna a la que tanto le rogaba que le ayudara para que su pareja regresara a ella.

Era tanta su insistencia, sus peticiones e incluso sus reclamos, que la misma Luna, tal vez por pena, una noche dejó de salir; y desde entonces Soledad se mantuvo sola y en tinieblas.