Un misterio carnal
- ¿Qué pasa amiga, cómo estás, por qué la urgencia de tu llamada? – preguntó Alondra a su mejor amiga, Belém, mientras se saludaban con un fuerte abrazo, en símbolo de apoyo y comprensión.
- Estoy confundida, muy frustrada y eso me provoca múltiples sentimientos, estrés, incertidumbre, coraje, ya no sé que debo hacer, por primera vez me doy por vencida, y me duele.
- Pero, ¿qué pasa, es el trabajo, tienes problemas en casa o es Carlos la causa de tu problema? – volvió a cuestionar la intrigada amiga – Sí, se trata de él, la intimidad desapareció, no quiere tocarme, no quiere hacer nada – respondió Belém, en tanto encendía un cigarrillo.
- ¿Ya te acercaste a preguntarle qué le pasa? – sugirió Alondra – sí, además le comenté que su rechazo me estaba haciendo daño y que necesitaba una explicación, incluso si era por otra “vieja” – explicó desconsolada.
- Y, ¿qué te contestó? – reviró ansiosa por conocer la respuesta – Que no se trataba de alguien más, que simplemente estaba cansado, pero yo acepto que pueda estar cansado un día, pero no siempre; y cuando no está cansado le duele la cabeza o la espalda. Ya no sé qué hacer, trato de insinuar mis intenciones, ponerme ropa atrevida cuando llega a casa, tocarlo, le propongo cosas más sucias y perversas, pero nada funciona – apuntó.
- Es extraño. ¿Tiene poco que empezó a actuar de esa manera? – Planteó la atenta amiga – No, eso es lo peor, que ya llevamos un año en esta situación, pensé que era una mala racha, así que dejé que el tiempo pasara, pero ya es mucho – replicó Belém.
- Bueno, y ¿qué piensas, qué quieres hacer? – expresó la oyente – Pues no lo sé, yo lo amo mucho, y sé que él también me ama, porque me lo demuestra de otras formas, pero amiga el deseo carnal es indispensable, ya un año en espera es inaguantable – detalló.
- La verdad es que no sé qué pensar, qué decir o cómo apoyarte, tal vez deberías darle celos para que despierte y se dé cuenta que si el no te desea, hay otras personas que sí, ahí tienes a Jesús, Alejandro o Pedro, que siguen esperando una oportunidad, además no vives con Carlos, es decir llevan mucho tiempo como pareja pero no hay compromiso, porque tampoco él se decide – propuso la amiga, en un tono pícaro y cínico.
- No amiga, eso no pasará, eso es lo que menos quiero, solo causaría un daño para ambos, y me juré que no llegaría a esas circunstancias, por muy desesperada que me encuentre – respondió enérgicamente la frustrada Belém.
- Entonces, solo te queda esperar a que reaccione, te diga la verdad y su relación retome continuidad en el plano íntimo, mientras puedes darte una manita – planteó riendo la atrevida mejor amiga, recibiendo una mirada molesta como respuesta.
Pasaron dos meses, después de la charla, Belém ya no pudo más con la indiferencia y el rechazo sexual, y al no tener una explicación o un cambio decidió terminar la relación, con la promesa de no volver a verse. A la semana siguiente decidía, entre aquellos que buscaban una oportunidad, sacar las ganas y el deseo reprimidos por más de un año.