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RELATOS DE VIDA

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El templo sagrado

Habían pasado alrededor de dos meses desde que decidieron separarse, en que optaron por emprender diferentes caminos, alcanzar sueños propios, cumplir proyectos individuales y disfrutar la vida de forma independiente.

La relación entre Livia y Rogelio era extraña, sin llegar a la toxicidad; la comunicación era básica, de ahí las largas noches platicando del día, del trabajo, de los gustos, aficiones, de amigos e incluso de los vecinos y las mascotas.

Sin duda la química era fundamental para su relación, siempre buscaban la manera de mantener viva la llama, con nuevas posiciones, nuevas palabras, intentaban cumplir cada fantasía y la entrega siempre fue total, sin embargo una infidelidad de Rogelio provocó la ruptura.

Al pasar el tiempo sus cuerpos se extrañaban más, desean estar juntos, encontrarse, continuar con las pláticas eternas y reanudar los proyectos que buscaban emprender unidos, pero el engaño aún pesaba.

Cierto día, Rogelio recibió una imagen, Livia mandó un foto con lencería y le escribía: “te espero en la casa”; impactado, excitado, emocionado y con ansias, no dudó en emprender el camino a la que alguna vez también fue su hogar.

Abrir la puerta significó iniciar con el acto que siempre gozaron, sus cuerpos se fundieron como si fuera la primera vez, los besos recorrieron sus cuerpos y los espacios más escondidos, para concluir cubiertos de sudor que no importó para abrazarse con aún más fuerza.

Le siguió una larga plática para ponerse al día de lo que les había pasado y hecho, para después, como si hubieran robado suero de la verdad, confesarse todo; Rogelio solo terminó de explicar la infidelidad, causa de su separación; mientras que Livia aceptó haber tenido a otro hombre en su cama, en revancha a lo que le había hecho.

Rogelio no podía creer lo que había escuchado, entró en pánico, luego lo envolvió la ira y finalmente decidió por no reclamar ni preguntar, no tenía la cara ni el derecho para hacerlo, a final de cuentas no contaba como engaño pues estaban separados.

Ya más tranquilos, Livia le sugirió que regresarán, pero Rogelio firmemente respondió que no y explicó: “ya no será lo mismo, para mí tu cuerpo era un templo sagrado que solo yo podía tocar, ahora otros lo han hecho, y ya no puedo verte igual”.

Terminó de cambiarse, agradeció el mensaje y el encuentro y salió de la casa; Livia estaba incrédula a lo que había oído, pero finalmente pudo cerrar el ciclo como ella quería: fundiéndose nuevamente en su cuerpo.