Recuperan fragmentos de ‘Luzia’ del incendiado Museo Nacional de Río

Con 12 mil años, es considerado el fósil humano más antiguo de Brasil

Fragmentos de Luzia, el fósil humano de 12 mil años considerado la joya de la colección del Museo Nacional de Río de Janeiro devastado por un incendio a principios del pasado septiembre, fueron hallados bajo los escombros, anunció ayer la dirección del recinto.
‘‘El cráneo fue encontrado fragmentado. Ya se halló prácticamente todo el cráneo y 80 por ciento de los fragmentos ya fueron identificados’’, informó Alexander Kellner, director del museo. También fue ubicada una parte del fémur.
Considerado el fósil humano más antiguo de Brasil, Luzia fue descubierta en 1970 en el estado de Minas Gerais por una misión dirigida por la antropóloga francesa Anette Laming-Emperaire.
A partir del cráneo, un equipo de la Universidad de Mánchester, a cargo de Richard Neve, hizo una reconstrucción digitalizada del rostro que sirvió de base a una escultura sobre su hipotética figura. Ésta quedó reducida a cenizas el 2 de septiembre, junto con la mayoría de 20 millones de piezas del museo, pero los fragmentos originales del cráneo, conservados en una urna de metal colocada en un armario, fueron encontrados.
‘‘Los trozos se hallaron hace unos días. Sufrieron alteraciones, daños, pero estamos muy optimistas con lo encontrado y todo lo que representa’’, dijo Cláudia Rodrigues, profesora del Museo Nacional que participa en los trabajos de búsqueda.
Considerado el principal museo de Historia Natural de América Latina, el Museo Nacional, que celebró su bicentenario en junio, era conocido por la riqueza de su departamento de paleontología, con más de 26 mil fósiles.
El antiguo palacio imperial abrigaba, por ejemplo, un esqueleto de dinosaurio descubierto en Minas Gerais y numerosos especímenes de otras especies extinguidas (perezosos gigantes y tigres dientes de sable). El espectacular incendio causó fuerte conmoción en todo Brasil y en la comunidad científica internacional.
La negligencia del Estado fue apuntada como la principal responsable de esta catástrofe, vista como una ‘‘tragedia anunciada’’ derivada de la falta de recursos destinados a la manutención de las instalaciones culturales en Brasil.

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