
El Faro
En nuestro tiempo presente, es improbable que alcancemos a saber qué es lo que pasó realmente con los alumnos secuestrados y desaparecidos en la escuela normal de Ayotzinapa. Sin embargo, sí se puede decir algo de lo que no pasó según la versión oficial de la verdad histórica.
El Grupo de Interdisciplinario de expertos independientes (GIEI) rindió la semana pasada su tercer informe. Nueva información se compartió con los padres de familia y con la sociedad. La verdad histórica que prepotente y divinamente quiso imponer el gobierno de Peña Nieto desde la intervención de Murillo Karam, su procurador de justicia nacional, se cae a pedazos. Nada de la historieta del basurero de Cocula, nada de la historieta del río San Juan, nada de la historieta de que los estudiantes eran narcotraficantes y agentes desestabilizadores entrenados, nada de la historieta de que los militares no sabían nada del tema, nada de que el general Cienfuegos no sabía nada, nada de…
Está claro, entre otras cosas, que estas historietas eran capítulos diferentes de la verdad histórica. Ya se sabe que todo son historietas. La pluma que dictó la farsa estaba en Los Pinos, acompañada con la inspiración de la casona del paseo Bucareli e interpretada desde las más oscuras entrañas de la PGR.
No estamos seguros de alcanzar a conocer lo que sucedió. Después de casi ocho años de la matanza sabemos lo que no sucedió. Hemos aprendido con claridad lo que ya sabíamos: que el estado no solamente no nos protege, sino que está en la raíz de las fuerzas que nos hacen desaparecer. Por acción y omisión, el estado es responsable de que no sepamos aún la verdad. Es responsable de las personas desaparecidas, torturadas, amenazadas y desprestigiadas con el único fin de esconder la auténtica verdad.
El GIEI tuvo acceso a miles de documentos y evidencias gráficas y visuales que estaban escondidas en los archivos de la Secretaría de Marina, Secretaría de la Defensa Nacional y Secretaría de Gobernación. El presidente, hace años, ordenó que todo se liberara. No ha sucedido hasta finales del año pasado. ¿No es el jefe supremo de las fuerzas armadas de la nación?
Se sabe en dónde está Peña Nieto. Se sabe en dónde está Osorio Chong. Se sabe en dónde está Murillo Karam y sus subalternos. ¿Habrán declarado?, ¿por qué no lo han hecho hasta ahora?, ¿por qué motivo continúan al margen de responder sobre sus acciones?
El primer reclamo de justicia que se eleva hasta el gobierno, entendido como el bien más preciado al que está obligado el estado, viene de la sangre de los propios desaparecidos. El segundo reclamo pertenece a los familiares que desde el 2014 luchan por encontrar a sus seres queridos. El tercer reclamo se origina en el pueblo mexicano que quiere dejar de cuidarse de quien tiene que ofrecerle seguridad; que quiere no ser torturado por sus cuerpos policiacos; que quiere que no se infiltren en sus ambientes personales; que quiere vivir en una sociedad ya no tan violenta y cruel. Los 43 son el símbolo del reclamo de todos y lo pagaron con su propia vida.