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Ranazo milagroso

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Ranazo milagroso

RELATOS DE VIDA

Y así, sin más, decidió sacudir su pesado cuerpo, ese pequeño envase en el que durante décadas acumuló odio y rencores, aquel recipiente que cargó culpas y deudas que no le correspondían, y que asumió situaciones que no le pertenecían.

Se sacudió tan fuerte, que un temblor podrías percibirse como mínimo, porque se destruyeron estructuras sociales fuertemente arraigadas, se deshicieron estigmas y estereotipos adquiridos inconscientemente y desaparecieron los demonios y fantasmas que desde su juventud traía pegados cual chicles.

La fuerza de la sacudida produjo un dolor de cabeza fuerte y constante, sumado a un mareo, sin embargo, en el lapso de unos minutos sintió ligereza, descanso, alivio y una firme fe y esperanza de un nuevo y mejor futuro.

De repente, su pequeño cuerpo sintió una descarga de adrenalina, una inyección de alegría, y una motivación que la impulsaba a salir y vivir, disfrutar de cada día, de cada momento, de cada situación y de cada aprendizaje.

Aprendió a sonreír y olvidó las caras de hastío, esas que parecían que estaba oliendo caca, aprendió a tomar cada error como aprendizaje, y a cada alegría como anécdota, la duda y desconfianza fueron desterradas, ahora prevalecía un cosquilleo por emprender aventuras.

Había nacido una nueva persona, si bien en el mismo envase físico, ya no es el mismo recipiente emocional; logró una transformación cual mariposa, tal como lo hiciera un ave fénix.

Ahora lucha, emprende, disfruta, cometer errores, está feliz la mayor parte del tiempo, sueña con un futuro prometedor, cree en el amor exclusivo, en las amistades sinceras, no le pesa el trabajo y ya no hay pesadez en el cuerpo, y todo por el ranazo que se acomodó al estar trapeando.