Queremos comer chicharrones sin matar al marrano…

Queremos comer chicharrones sin matar al marrano…

Pido la palabra

Sin lugar a dudas a todos nos gusta gozar de los privilegios que nos otorga la vida, o aquellos que el sistema nos proporciona o simplemente los que día a día nos ofrece la familia; no hay en el mundo ninguna persona que desprecie la oferta de un bien o servicio que le satisfaga alguna necesidad, lo tomamos, lo disfrutamos, pero siempre con la mente puesta en la búsqueda de otras cosas más que nos permitan esa agradable sensación de satisfacción, somos seres que solo nos sentimos importantes cuando algo o alguien piensa en como halagarnos y lo tomamos como una prerrogativa que nos corresponde por el simple hecho de existir, somos una generación hedonista sin fondo.

Sin embargo, esta sensación de satisfacción se ve frustrada cuando nos damos cuenta que no somos el ombligo del mundo y que para obtener esos privilegios tenemos que esforzarnos día con día en las tareas que nos corresponden dentro del ámbito social, e incluso en algunos casos tenemos que sacrificar algún otro beneficio menor con el afán de conseguir el bien deseado; cosa nada del otro mundo para aquel que está acostumbrado a la lucha diaria pero constructiva, para conseguir estar bien con la sociedad y sobre todo consigo mismo, para ellos no  hay nada como el deber cumplido.

Pero debemos aceptar que no para todas las personas es lo mismo, hay quienes sienten que todo lo merecen, o peor aún, se les hace creer que son sujetos de recibir beneficios sin que medie un esfuerzo de su parte, y muchas veces por comodidad, pereza o codicia aceptamos esa premisa como un hecho que se debe dar en la realidad sin que haya un razonamiento objetivo que lo sustente. Es aquí donde empiezan los conflictos de intereses: queremos tener más, pero dando poco, o si es posible, nada a cambio; quiero disfrutar sin que haya nadie que se oponga a mis deseos, y si acaso lo hubiese lo consideramos como alguien en quien no debemos confiar.

Esta actitud de recibir pero no dar es la generadora de todo tipo de conflictos, de naturaleza familiar, laborales y, por supuesto, conflictos sociales como los que actualmente nos aquejan; todo mundo pelea hasta con los dientes para lograr derechos, pero esa combatividad la olvidan cuando se trata de cumplir obligaciones, y egoístamente pensamos que primero debe estar nuestra satisfacción personal y luego la de los demás si es que sobra un lugarcito para ello; primero yo, luego yo y finalmente yo.

En casa, queremos comer, pero no ayudamos a lavar los trastes, dejamos en cualquier lugar la ropa sucia y nos enojamos porque mamá no la lavó, pensando que ella es adivina y tiene la obligación de interpretar el más mínimo de nuestros deseos; en el trabajo nos encanta perder el tiempo en trivialidades, pero nos enojamos cuando se nos exige cumplir en aquello para lo que nos contrataron, empezando por llegar a tiempo a nuestra fuente de empleo.

Esto último que comento no es producto de mi mente calenturienta, por desgracia esta actitud de pelear derechos y no cumplir obligaciones es lo que paulatinamente ha llevado a la quiebra a algunas empresas, cuyos trabajadores se regocijaban cuando, desde su punto de vista, decían poner en jaque al patrón con algún paro de línea o con el emplazamiento de huelga; hoy sabemos que esa fórmula no funcionó, no obstante, aún hay quien sigue pensando de la misma manera y por desgracia les sigue dando cuerda a nuevas generaciones. Hoy entiendo que la verdadera formula no es enfrentar, sino colaborar todos hacia el mismo objetivo.

Pero esta incongruencia de exigir a cambio de nada puede alcanzar niveles desastrosos, sobre todo cuando no hay rumbo, ni control, ni mucho menos liderazgo; pues ese es el preciso momento donde hacen su aparición los eternos salvadores de lo que sea, quienes a cambio de apoyos presenciales en algún lugar, prometen bajar la luna y las estrellas, al final, la mayoría termina estrellándose, y todo, porque casi nadie está dispuesto a invertir esfuerzo para ganar beneficios, y bajo ese esquema, nadie gana, todos perdemos; queremos derechos sin cumplir obligaciones.

Solo pido que no olvidemos que todo lo que queremos en la vida se encuentra fuera de nuestra zona de confort.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

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