Home Nuestra Palabra Quemar una biografía (y soplar cenizas de ayer)

Quemar una biografía (y soplar cenizas de ayer)

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LA GENTE CUENTA

 

En medio de la quietud de la noche, con una Luna resplandeciente que iluminaba parte de la superficie terrestre, Marco se encontraba sentado frente a una fogata, alimentando el fuego con hojas llenas de escritos, algunas imágenes de un pasado que no valía la pena recordar.

-¿No puedes dormir? –de pronto, su hermano Carlos salía de aquella casa de madera, en medio de la espesura del bosque. Marco, sin inmutarse, seguía lanzando hojas al fuego.

-Hace una semana que no logro dormir –musitó Marco, casi suspirando.

Carlos sacó una silla de la cabaña, y la acercó a su hermano para sentarse junto a él.

-Hermano –observó a Marco para tratar de llamar su atención; él siguió con la mirada hacia la fogata-, si te acompañé hasta acá es porque no quiero que estés solo. Pero quiero que me digas, ¿por qué no asimilas que simplemente se acabó?

Marco tomó una vara para mover las hojas quemadas hacia el núcleo de la llama, para asegurarse que estas llegaran a desaparecer.

-¿Sabes algo? No me arrepiento de haberla conocido. Tuvimos buenos momentos juntos. Fui muy feliz con ella mientras duró. Y estoy consciente que las cosas tenían que llegar a su fin.

-¿Y por qué haces esto? Estás quemando sus cartas y sus fotografías…

Una ráfaga de viento frío se asomó por aquel espacio, obligando a los dos hermanos a tratar de calentarse con la misma fogata.

-Creo que me llamarás loco, pero estoy haciendo algo representativo.

-¿Ah, sí? –inquirió Carlos, incrédulo. ¿Y qué haces?

-Estoy reconstruyendo mi vida.

Marco terminó de lanzar todos sus recuerdos al fuego, que los consumía con una paciencia casi satisfactoria. Acto seguido, dejó que el viento apagara aquella flor cálida, y cuando sucedió eso, el polvo de ceniza se mezcló con la tierra, dispersándose en toda la superficie.

Los dos hermanos entraron de nuevo a la cabaña y se dirigieron a sus respectivas habitaciones. Y después de cerrar los ojos, Marco volvió a conciliar el sueño, como nunca antes lo había hecho.