Que relata el fin de la primera salida

TIEMPO ESENCIAL XII
La vida es sueño; pero los sueños, también son vida

   Con este número, Tiempo esencial cumple un año de publicarse en Plaza Juárez, como la primera columna de divulgación filosófica en nuestro estado, destinada a abrir un espacio a los lectores interesados en enterarse y participar en la reflexión filosófica, ausente hasta la fecha en nuestro medio por razones difíciles de comprender y menos de aceptar.
  No ignoramos que a pesar de su aparente pequeñez, ésta es una empresa tan grande y ambiciosa como la que aquél viejo Hidalgo concibió al ceñirse la armadura y montar en su flaco rocín para lanzarse, en compañía de un su vecino, a los caminos de La Mancha a desfacer entuertos y proteger necesitados, iniciando una empresa tan grandiosa como disparatada.
   Pero si tal hizo el personaje ficticio, el crédito mayor lo tiene su autor, quien pudo convencer a sus “desocupados lectores”, que la vida es algo más de lo que creemos y pensamos que es, y que no hay mejor manera de comprobarlo que echando a volar nuestra imaginación trastocando la realidad en fantasía; argucia con la que podemos, sin sobresaltos ni miedos, decir lo que somos, quisimos ser o cómo vemos a los demás o nos ven ellos. La vida es sueño; pero los sueños, también son vida. De lo que soñamos o imaginamos los seres humanos han surgido nuevas formas de vivir, creer o pensar; superando a las que hemos aceptado sólo porque “así son las cosas” y terminando por creer que la verdad de la vida se circunscribe solamente a lo que nos imponen los sentidos, las circunstancias, las opiniones, los mandatos o el destino fatal.   
   Por supuesto, el  escribiente de este Tiempo Esencial  no intenta compararse con el gran Cervantes; sino, simplemente, equiparar el objetivo  de esta modesta columna con la aventura quijotesca; a la manera de  un acicate aplicado a la voluntad de quienes buscan  un camino a contrapelo de las apreciaciones dominantes  a partir de una reflexión filosófica; sólo que, a diferencia del gran Cervantes, quien utilizó la imaginación y el humor para lograr que sus lectores cayeran en la cuenta de lo absurdo y lo portentoso;  Tiempo Esencial  ha querido hacerlo mediante el cultivo de la reflexión y la autoconsciencia; comenzando por reconocer la falla que  implica no contar en nuestro medio con la presencia de un espacio filosófico donde los interesados puedan compartir  inquietudes semejantes a la suya.
   Si el lector acepta el reto, descubrirá que la forma cotidiana de ser no es la única que puede asumir su experiencia; limitada como está por el horizonte de lo actual que decide qué es lo que debe o no saberse y creerse, sino que es posible abrirse paso hacia  lo que  sólo alcanza a percibir como una incógnita o problema y,  más allá de eso, reconocer que algo puede haber que nuestras capacidades y conocimientos actuales nos impidan pensar siquiera –o que la memoria y el descuido hayan olvidado u ocultado.
   No es poca cosa enfrentarse al Quijote; aunque sea de lo más divertido leerlo. Con frecuencia, preferimos darle vuelta a esa clase de literatura y regresar al camino de las lecturas fáciles, las telenovelas o, cuando mucho el best-seller; que nos evitan entrar en problemas. Lo mismo  pasa a la filosofía, porque al igual que la auténtica literatura, más que gran inteligencia o erudición, ella reclama una mente abierta, curiosidad intelectual y espíritu de libertad que, la mera verdad, es lo menos que fomentan nuestros sistemas educativos actuales,  avasallados por las formas pasteurizadas y  enajenadas de la cultura del consumo, que los ha transformado  en instituciones  altamente  especializadas;  alejadas cada vez más del lenguaje  común y los problemas de la vida cotidiana.
De esa lectura de la realidad partimos al aventurarnos hace un año a lograr que la habitación filosófica en la casa hidalguense no siga en penumbras como hasta hoy ha estado, salvo -hemos de decirlo sin presunción alguna-, por la débil luminaria encendida por Tiempo Esencial en Plaza Juárez. A nuestro entender de entonces y ahora, la superación de esa falta no consiste en esperar el día en que alguien haga algo para contar con esa comunidad filosófica que nos merecemos y a la cual las ilustres universidades de Hidalgo jamás han dado respuesta; sino en tomar la iniciativa por cuenta propia y dar los pasos necesarios para su surgimiento.  
    Y aunque desde el inicio sabíamos el tamaño de nuestra empresa, no por eso renunciamos a lograrla, pues ha perdurado – para incredulidad nuestra y de quienes le vieron nacer – durante los doce meses continuos en que hemos intentado convencer a los lectores a unirse a esta tarea que, a nuestro juicio, no sólo ha de ser emprendida por individualidades eruditas, sino por grupos, comunidades o redes de participación colectiva, que coadyuven al cultivo y divulgación filosófica en nuestro estado.  
Este ha sido, insisto, el gran tema que nos ha ocupado un año, con resultados todavía por valorar. Lejos de desalentarnos, nos da ánimo pensar que la sola tarea evangélica de ésta columna es, por sí misma, la muestra palpable de que la existencia de la filosofía en Hidalgo es un hecho; aunque, por supuesto no en la cantidad y la calidad que pudiera desearse y realizarse.
Con este número termina esta etapa de Tiempo Esencial, dando por concluida nuestra primera salida exploratoria; sin sentirnos vencidos en manera alguna por los resultados, sino más bien  necesitados de tomar  el tiempo necesario para repostar las alforjas,  dar descanso al escudero y  reparar los arreos;  aunque tal vez los amigos y editores consideren que éste puede ser el momento oportuno para  prender fuego a los escritos que nos forjaron la ilusión  de contar con un aposento en la casa común de los hidalguenses donde la filosofía encuentre el lugar que se merece.
Esperamos que nuestras palabras tengan respuesta aunque no estemos presentes. La obra iniciada solo será trascendente si encuentra eco en sus escuchas, aunque no siempre es posible contar con una respuesta inmediata. Pero ¿qué sabemos lo que pueda pasar? “La lluvia cae sobre la hierba en el más profundo silencio de la noche”

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