Home Nuestra Palabra Carlos Barra Moulaín ¿Qué le pasó a la izquierda progresista?

¿Qué le pasó a la izquierda progresista?

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HOMO POLITICUS

Los estragos de corrupción en el gobierno de Bachelet, de Rousseff, de Lula, de Maduro, Evo y, la reciente impugnación legal de Cristina Fernández; no entrañan sólo desconcierto, sino un descrédito que ha incidido en la confianza de los sectores que votaron por la fórmula de la izquierda

 

Sin que nadie hable de desterrar el nuevo concepto de izquierda en América Latina, las sombras de la corrupción, peculado, tráfico de influencias y conflictos de interés; sin duda, la han puesto en jaque y, acto seguido, lo que se percibe a ojos de propios y extraños es que los gobiernos de la derecha habrán de retornar.

 

Los estragos de corrupción en el gobierno de Bachelet, de Rousseff, de Lula, de Maduro, Evo y, la reciente impugnación legal de Cristina Fernández; no entrañan sólo desconcierto, sino un descrédito que ha incidido en la confianza de los sectores que votaron por la fórmula de la izquierda, cuestión no menor, cuando algunos de estos gobiernos ganaron espacios de una nueva racionalidad en el ejercicio de gobierno, recordemos los éxitos de Bachelet en su primera gestión y de José Mujica.

 

El aire se enrarece, el progresismo de izquierda transita por sus niveles más bajos de credibilidad desde su vertiginoso ascenso y, los cuestionamiento de probidad pululan, ha dejado de existir la frontera donde sólo los gobiernos de derecha eran tildados de corruptos y señalados por diversos actos de corrupción.

 

¿Existe esperanza en este camino?, me parece que entramos a la era de la desconfianza plena, donde los partidos y representantes populares y, la clase política en general, vivirán bajo la lupa, en un panóptico social, pero más concreto, bajo las suspicacias de sus propias filas, porque será la propia clase política la que se señale así misma.

 

Lo que todo mundo se pregunta es, ¿Quién custodia a quién?, si la clase política es la que vela por la transparencia, probidad y honradez en el ejercicio público y sus servidores, ¿Quién habrá de custodiarlos a ellos?, lo que parece una cadena infinita de la mayor pendejería que hayamos visto.

 

La respuesta no sólo está en crear organismos independientes como IFAI, sino mecanismos jurídicos y administrativos que impidan que exista el peculado y la corrupción; crear una hacienda activa que audite a la clase política y estrechas las relaciones con organismos de auditoría internacional para evitar la construcción de paraísos fiscales, incluido Suiza, para no repetir el “Panamá Papers”, que de todos modos se habrá de repetir, mientras la justicia se haga pendeja.