¡Canta y no llores!

“También de dolor se canta”, dice una frase común. Y los mexicanos estamos experimentando sentimientos que no nos queda de otra, más que aguantarnos y reír, porque no solo nos ha llovido sobre mojado, nos ha granizado, cayendo en una desgracia tras otra y cuando esperábamos ver la luz en el túnel, resulta que el futuro no es exactamente promisorio. 

Más de 100 mil muertos por la pandemia de Covid-19, no habrá posadas, no podremos cantarle “la Guadalupana” a la Virgencita del Tepeyac y la aprobación de la legalización de la mota, ha puesto no solo a las clases sociales acomodadas, sino también a las desacomodadas, en un dilema de ya ni llorar es bueno. En vez de agarrar y prender un churro, como lo hizo una diputada federal, la sociedad ha puesto el grito en el cielo, por considerar que no era prioritario, además porque habrá una permisividad legal para pachequear a esta sociedad de por sí ya descarrilada, que si no son capaces de ponerse un cubrebocas para cuidarse la pandemia, mucho menos cargarán lo equivalente a un churrito como establece la ley, más de uno andará con su paca de a kilo, nomás de adrede. 

Otros, los progres y sobretodo esos que les gusta quemarle sus patas al diablo, argumentan, que esto ha sido un avance importante, particularmente porque se dejará de criminalizar a los consumidores, se le quitará el negocio a la mafia y los productores de marihuana, principalmente en lugares muy pobres, podrán quitarse el yugo del narcotráfico, que ha cobrado miles de vidas. 

Pero mientras se concentra el debate en estos temas fatuos, es increíble que no pueda uno tener momentos de ocio y compartirlos en redes sociales, sucumbiendo a esta vorágine de la aceptación social y de los cientos likes o comentarios. Uno ya no puede ser todo un estuche de monerías, sin que de por medio surja la sospecha, el resentimiento o el escarnio, de esos que no solo nos quieren vernos en la lona, sin enterrados y boca abajo. 

Alguien que no tiene nada que hacer, más que entretener al respetable, es el expresidente municipal de Zimapán, Erick Marte Rivera Villanueva, que no hay nada que le borre la sonrisa, ni una orden de aprehensión siquiera. Su más reciente faceta, es la industria del entretenimiento, específicamente la música, donde ha encontrado su refugio, pero también para complacer a la racita allá en casita. 

Lo suyo, lo suyo, es la música clásica, que él toca en un piano, sin embargo, a la gente lo que pida, así que ha inaugurado la hora de los pedinches, en donde hasta que el público deja de aplaudir, él deja de tocar. La dinámica, es que cada quien puede pedir su rola fav y él les complace, donde los gustos se rompen géneros, desde clásicas hasta las más pegajosas o las más sonadas en la radio, esperemos en una de esas, no le pidan la de “Rock en la Prisión” y entonces sí, se le quiten las ganas de andar de complaciente. 

En corto:

* Aspirantes a diputados locales y federales de diversos partidos políticos, comienzan a realizar actividades con el propósito de posicionarse en el ánimo público.       

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