¡No que no tronabas pistolita!
No entiendo en qué momento la política se pervirtió y se convirtió en este remedo que hoy conocemos, donde ya no puede uno ser feliz con lo que se tiene, porque no faltan los resentidazos sociales que con video en mano nos vienen a exhibir como viles delincuentes, haciéndonos pasar vergüenzas y despertando el odio jarocho colectivo de aquellos que nunca van a saborear el dulce néctar del pinchi poder. En estos tiempos ya nadie respeta a sus superiores, ya todos se sienten a nuestro nivel y eso calienta, porque todos somos iguales, pero con distinto código postal y ahí está el detalle.
Que bonito era recibir fajos de billetes, producto no del esfuerzo ni del trabajo, sino de la vía más corta, sobornos o aportaciones, según sea el cristal con que usted lo mire, porque mientras para algunos puede ser un asunto de lo más pinshi bajo y vulgar, para otros puede tratarse de un tema, estrictamente, de coperacha para un movimiento. Pero mientras los resentidos, esos que no toleran que a uno le vaya bien en la vida, nos señalan, nos apuntan con el dedo, susurran a nuestra espalda, pero a nosotros nos importa un bledo, lógicamente nos lastiman los sentimientos, porque uno no es de madera, tenemos sentimientos, pero para eso están los billetes, para limpiarnos las lágrimas o usarlos como abanico y echarnos aire, para quitarnos el bochorno y el rubor de la vergüenza.
Todo es culpa del resentimiento social, de un hermano incómodo o de un mal uso de la tecnología. Solo basta con traer un teléfono inteligente y unas manos de estómago, para echar a perder todo en esta vida, porque aunque borremos, todo queda en la memoria colectiva y si algo tienen los resentidos, es que acumulan en odio y lo van administrado según las circunstancias, de momento salen a relucir nombres de ex, deudas y hasta fotos comprometedoras, donde las explicaciones salen sobrando.
Como el caso del pastor cristiano, Melquicedec, que se le fue la lengua en contra de las tradiciones en Ixmiquilpan y para dárselas de muy macho, se negaba a retractarse, hasta que le cerraron el changarro y entonces se dio cuenta que la había zurrado muy gacho, viéndose orillado a meter la cola entre las patas y reconocer que la regó. Sin embargo, sus lágrimas de cocodrilo no ablandaron el corazón de roca de los católicos, quienes en respuesta le ofrecieron un viaje, pero sin boleto de regreso.
Están igual o peor que los de Morena, donde el odio, el contrabando y la traición, se respira en todos lados, todo porque postulan a candidatos y candidatas, que no dan el ancho para estos menesteres. Como la candidata de Ixmiquilpan, que le va a pasar lo que al Moro de Cumpas, con la diferencia que no hay quien apueste por ella.
Muy triste el escenario para Morena, donde huele a soledad, angustia y desesperación, porque además de reciclar escombro, recurrió a perfiles de dudosa procedencia, como el candidato de Zimapán, Rufino Contreras. Pero más para ese municipio, donde tendrán tres sopas para elegir, un hermano incómodo, (o sea continuidad a un gobierno corrupto, negligente e infiltrado por la mafia), una candidata con dudosa procedencia y honestidad (aprobó la Reforma Energética) y un candidato de Ecatepec, con pasado extraño y oportunista.
En corto:
*Las diferencias al interior de Morena, predicen derrotas en varios municipios donde este partido es primera fuerza política.
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