Pueblos Mágicos Quinceañeros

En clave turística

Se han cumplido 15 años de la existencia del Programa de Pueblos Mágicos, lo que, en vista de la intermitencia de la política turística en el país, es por sí mismo una noticia.
Concebida como parte de una estrategia para diversificar la oferta turística, esta propuesta nació como se apuntaba en el Programa Nacional de Turismo 2001-2006 como “…un programa de apoyo a poblados típicos con atractivos culturales de gran singularidad que requieren de conservación y mejoramiento en su imagen urbana e identidad”.
Hoy, desde la perspectiva del mercado turístico, la marca Pueblos Mágicos es, francamente, exitosa. En este sentido es relevante destacar que de acuerdo con un estudio hecho para la Sectur en 2012, 75 de estas localidades recibieron 3.7 millones de visitantes. Por supuesto que alcanzar la denominación como Pueblo Mágico genera altas expectativas para las autoridades locales, tanto en la perspectiva de captar turistas que realizarán una derrama económica significativa en poblaciones que, con frecuencia, no tienen muchas alternativas económicas, como en la de recibir recursos públicos para la mejora de la infraestructura, el equipamiento y la recuperación de la imagen urbana. En este último punto conviene recordar que dichos recursos se multiplican al mezclarse las aportaciones de los tres órdenes de gobierno, lo que, además potencia la inversión privada.
Es de reconocer que la presente Administración ha actuado con prudencia al no entrar en un proceso de ‘abaratamiento’ de los nombramientos, pues en los casi 4 años de ejercicio se han designado 28 nuevos Pueblos Mágicos, un promedio de un poco más de 6 pueblos por año que contrasta, favorablemente, con la desmesurada fiebre de designaciones impulsada en la parte final de la gestión del Presidente Calderón, en la que en 2 años se otorgaron 44 nombramientos, 26 de ellos en los últimos 60 días del periodo gubernamental. El problema de la proliferación de las investiduras tiene diversos ángulos, dentro de los que habría que destacar el desgaste de la marca y la reducida capacidad de cumplir con las expectativas por ella generadas.
Sin duda, el Programa que, actualmente, incluye 111 Pueblos Mágicos [muchos de los cuáles no son pueblos y muchos otros tienen una magia discutible] tiene retos importantes: por un lado, no acaba de haber estándares de operación verificables; hay una baja propensión a la transparencia y a la rendición de cuentas en el entorno de la gestión local, subrayando la estructural debilidad de las autoridades municipales; no obstante que se cuenta con una instancia de participación ciudadana (los Comités de Pueblos Mágicos) como un requisito obligatorio de inclusión, no se percibe que la gobernanza asociada a esta colaboración sea clara, pues la figura de la autoridad formal sigue siendo dominante. Un aspecto pendiente, también, es el uso de tarjetas rojas por parte de la Secretaría de Turismo, para aquellas localidades que no cumplan con los supuestos del Programa, como un mecanismo de garantía de la calidad, exigencia y seriedad de la marca.
Una vez más el daño tiene dos ángulos, el real de una brutal disminución en los presupuestos y por otro el del mensaje de que el turismo no es importante para un gobierno que dijo que sí lo era. Veremos, finalmente, si el Congreso hace valer la Ley y reconoce que el turismo es una prioridad… también en el presupuesto.

Director de la Facultad de Turismo y Gastronomía, Universidad Anáhuac México. Twitter: @fcomadrid

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