Propuestas trumpistas a TLCAN desatan críticas

Toda una galería de trumpejadas
    •    La mayoría de expertos coinciden: “Dañarían a EU”


Hace justo una semana, la primera potencia mundial se descolgó con la propuesta más temida para la industria automotriz mexicana, canadiense y también estadounidense: aumentar del 62,5% al 85% el porcentaje de componentes de un coche producido en la región para que cumpla las reglas del TLC y pueda así esquivar los aranceles. “Cualquier medida proteccionista, y esta lo es, distorsiona los mercados y retira incentivos para que la industria aumente su productividad. Si tienes un mercado altamente protegido, algo que hemos visto durante décadas en muchos países de América Latina, el sector terminar siendo altamente ineficiente”, resume Tony Payan

Donald Trump propone revivir el empleo manufacturero estadounidense a costa darle la vuelta por completo al TLCAN, que regula los intercambios de EU, México y Canadá desde hace casi un cuarto de siglo.
Sin embargo, las propuestas de su Gobierno en la mesa de negociación -bajo la amenaza de liquidar el pacto firmado en 1994- fracasarían en su objetivo de regresar a unos EU manufactureros, debilitarían la posición estadounidense en el mapa global y empobrecerían a sus propios consumidores, según cuatro académicos.
Su rechazo interno es el as en la manga de mexicanos y canadienses; la mejor baza en una negociación que pasa por su momento más crítico. Estos son los tres escenarios posibles:
La cláusula de terminación automática del tratado entra en vigor. En el remoto escenario en el que tanto como México como Canadá aceptasen incluir en el nuevo TLC la extinción automática del mismo en cinco años si los tres socios no acuerdan antes lo contrario, el cambio no sería en absoluto beneficioso para la economía estadounidense. “Dañaría las perspectivas de crecimiento en los tres países”, pronostica Jeff Schott, del Peterson Institute for International Economics. “Ninguna cláusula de este tipo ha sido nunca incluida en ningún tratado comercial firmado por EE UU por la simple razón de que socavaría los beneficios económicos del mismo”, añade el académico estadounidense. “Añadiría incertidumbre para las compañías estadounidenses, golpearía a las cadenas de valor en América del Norte y no traería ningún beneficio para la economía de EE UU. Además de innecesaria, sería un sinsentido”.
“Es la propuesta más terrible, dentro de que todas lo son”, complementa Dany Bahar, especialista en comercio internacional de la Brookings Institution. “Su objetivo es desincentivar la inversión manufacturera estadounidense en México bajo la premisa de que volverá a EE UU y creará puestos de trabajo, pero no tiene en cuenta que muchas de las empresas que regresen automatizarán la producción y apenas contratarán”. Además, subraya Bahar, al encarecerse la producción por los mayores costos derivados de regresar a EE UU, golpeará el bolsillo de los consumidores de la primera potencia mundial y lastrará su economía. “El gran perjudicado sería el consumidor estadounidense, que vería bajar su poder de compra. Pero eso no parece importarle a nadie”. “Lo que esta visión pasa por alto es que la incertidumbre de la política comercial reduce el nivel general de inversión y comercio y, por lo tanto, los beneficios que aportan a los consumidores: precios más bajos y una mayor variedad de productos disponibles”, zanja Tomasz Swiecki, profesor de la Vancouver School of Economics.

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