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Proceso, no fue solo la crisis de los impresos. Fue algo más

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Proceso, no fue solo la crisis de los impresos. Fue algo más

VIDA PARA ARMAR

El comunicado que anuncia la cancelación de la elaboración e impresión semanal de la revista Proceso, nacida en 1976, fruto de toda una era de periodismo digno y profesional, es producto no solo de una profunda crisis económica que le daba vida, sino de uno de los momentos más complicados para los medios informativos del país, en el que, como nunca, se ha acorralado contra las cuerdas a quienes han decidido mantener su línea editorial, de origen independiente.

Dirigida en su primera era por Julio Scherer García y Vicente Leñero, impulsó y dejó en claro que la publicidad gubernamental, de ningún modo puede traducirse en una ola de lisonjas y aplausos para el otorgante de esos convenios, por la simple y sencilla razón de que son recursos públicos, es decir de la ciudadanía, que tiene derecho a una prensa alternativa, ante la avalancha de propagandistas, en el mejor de los casos, o verdaderos bufones salameros.

Buena parte de los periodistas de mi generación, casi desde los 18 años integrados al periodismo escrito, a la par que cursábamos la carrera profesional en la universidad, tuvimos como enseñanza las páginas de Proceso. Hoy, muchos compañeros de escuela, pero no de labores, celebran la situación de la revista, porque pocas veces o de plano nunca, dedicaron su vida a esta profesión.

También, por supuesto, el caso tiene que ver con el auge de los medios digitales, la caída brutal en el interés por la lectura, y la absoluta negación del potencial lector para pagar, lo que está seguro no debe pagar, al considerar periodistas a los esperpentos que hoy mismo observamos en las redes sociales, que nutren su economía de raros y complicados convenios de publicidad para ejercer a sus anchas la lisonja barata y absurda.

Perdemos todos con la situación que vive Proceso, ganan unos cuantos, que convierten en enemigos mortales a los que no festejen su ocurrente ejercicio del poder.

Sin embargo, la capacidad renovadora de la revista, herencia de Scherer y Leñero, así lo esperamos, se traducirá en un medio digital de tanta calidad como el impreso.

Así lo deseamos.