Princesa vs. Barrio

RELATOS DE VIDA

Fue en una cita romántica cuando surgió la batalla entre mis demonios, entre ser la princesa o ser la guerrera que respalda el barrio; sé bien que existe confianza pero no quería regarla, así que formulé todos los escenarios posibles.
Con anticipación, me arreglé para acudir al encuentro, iríamos a cenar, el platillo eran unos ricos tacos al pastor en la taquería de la esquina y después, disfrutaríamos de unas frías cervezas en el bar de mi colonia.
Llegaste temprano, salimos agarrados de la mano, realizamos la orden y esperamos entre plática y risas; pero tras unos minutos, el caos comenzó, sentí que estaba a punto de “exhalar” una necesidad fisiológica de manera urgente. Probablemente me excedí en la salsa, por lo que tenía que salir rápido al baño.
No sabía cómo decirlo, pues bien sabía que preguntarías el por qué, a causa de tus celos obsesivos; la primera frase era segura, “dame unos minutos tengo que ir sanitario”; pero ante la pregunta también estaba segura del “¿a qué vas?, existía la duda…
Entonces tal como lo pensé dije:  – Dame unos minutos, tengo que ir al sanitario –.
Traté de iniciar el camino al W.C. para evitar el cuestionamiento, pero no lo logré, pues inmediatamente escuché: – ¿A qué vas? –
Y aunque la respuesta para mí era lógica, porque a mi punto de vista es un espacio donde vas a cubrir una necesidad, me bloqueé y mi instinto guerrero de barrio, donde siempre sale el cobre, me ganó mientras pensaba en la respuesta.
Dentro de las contestaciones que circulaban por mi mente se encontraron, pues a “cagar”, “a tirar la piedra”, “a echar un Keiko”, “voy a hacer un pastel”, “a la cake”, “a columpiar el tamarindo”, “voy a hacer un regalo”, “voy a pi pintarme y a po polvearme”; obviamente todas ellas guarras, pero eran parte de mis orígenes y de la convivencia diaria con los amigos del barrio, porque la mayor parte del tiempo no era una princesa.
Al final de cuentas, ante la gruñidera de tripas, la urgencia de la necesidad y no tener más frases, solamente respondí: – Solo haré popó mi amor, no tardo…

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