Irma Gachuz Gonzalez, coordinadora de Enfermería en Salud Pública del IMSS, informó que uno de los órganos que más se dañan durante el invierno es la piel, ya que con temperaturas extremas empieza a tener resequedad, lo que provoca el irritamiento y la picazón que al rascarnos genera grietas que pueden llegar a capas profundas.

Aseguró que los primeros síntomas de resequedad no causan molestias, sin embargo al no ser hidratada constantemente comienza a tener un aspecto frágil y el contacto de la piel con la tela genera inflamación, hasta llegar a escamarse, siendo propensa al sangrado en las zonas afectadas.

“Las mujeres de 40 años, tienden a sufrir más de resequedad en la dermis  ya que al pasar los años, se afina y tiene  menor capacidad de retención de humedad, es por eso que hay que tomar las medidas y cuidados necesarios para no llegar a una herida extrema”, dijo.

La especialista mencionó que la piel tiene un desempeño importante en el cuerpo ya que regula la temperatura corporal y se convierte en una barrera protectora frente a infecciones, por lo que el cuidado es de suma importancia para que pueda llevar a cabo sus funciones; las zonas más afectadas son: los nudillos, los pies, codos, cara y manos.

Asimismo, invitó a no bañarse con agua con temperaturas extremas ya que esto ocasiona que los vasos sanguíneos se dilaten, produciendo enrojecimiento en la frente, mejillas, nariz y mentón dando paso a reacciones en la piel.

Recomendó tomar muchos líquidos, usar cremas humectantes y no abusar del agua caliente, además de acudir a su Unidad de Medicina Familiar  en caso de sufrir resequedad extrema para recibir atención adecuada y un tratamiento oportuno  a favor de no permitir que la herida aumente.