Primer año de AMLO y las asignaturas pendientes

FORO ABIERTO

Este primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha mostrado las dificultades de la transición política a un gobierno distinto de centro- izquierda en México. Ha tenido episodios verdaderamente espectaculares; ha metido a México en una vorágine de acontecimientos que pueden anunciar modificaciones no solo de gobierno sino también en la administración pública, y se ha enfrentado a asuntos inesperados de la economía global y las relaciones internacionales.
    Sin embargo, a un año de gobierno aún es difícil decir que el país se encuentre en el camino hacia un cambio de régimen. Aún permanecen intactos las estructuras políticas del viejo régimen, la presencia de élites económicas y políticas apoyadas por medios de comunicación que realizan una actividad sistemática para descarrilar y/o desacreditar las acciones del gobierno. Siguen intactas las estructuras del clientelismo, que son reforzadas por los nuevos programas federales, ya que no generan una movilización para crear proyectos alternativos, una operación burocrática que sólo genera control y dependencia hacia el gobernante.
    Por lo pronto en este primer año ha dado firmeza en la lucha contra la corrupción principalmente en los días críticos contra el huachicol, donde sectores de la población padecieron las de Caín por la falta de gasolina, parecía que no saldría fácilmente y sin embargo se pasó el trago amargo con el respaldo de la población.
    Aparte de ello, AMLO ha dado “golpes efectistas” que son más entendibles para la gente: abrir Los Pinos desde el 1° de diciembre, bajar el salario de funcionarios, las políticas de austeridad, la venta del Avión Presidencial de EPN, cancelar las Islas Marías, desmantelar el Estado Mayor Presidencial, y dar asilo a Evo Morales es lo que le han dado un amplio margen de legitimidad y de aumento en su popularidad.
    No obstante, también se han observado las dificultades propias del cambio de gobierno, la curva de aprendizaje ha sido lenta y lo grave en algunos aspectos son las contradicciones o acciones en las que no hay claridad en el rumbo. La inseguridad pública sigue campante, las cifras de la delincuencia siguen creciendo en los delitos de alto impacto, las regiones donde se encuentra el narco siguen amenazadas, el “Culiacanazo” y el crimen en las comunidades LeBarón fue un golpe a las políticas de seguridad y mostraron gran debilidad.
    Estos y otros elementos abren el debate sobre el rumbo y la orientación del gobierno de AMLO. Dijo Andrés Manuel en su primer informe de gobierno que faltaría otro año, 2020, para asegurar que “los cambios” no tengan un retroceso. Me parece que se peca de optimismo, cuando tenemos problemas estructurales, pensando en los casos recientes de Latinoamérica, en que se desmantelaron gobiernos de izquierda en Brasil, Argentina, Bolivia.
    La derrama de recursos a diferentes sectores sociales, las becas a jóvenes y adultos mayores no son suficientes para generar un cambio de régimen, ni siquiera construir un posneoliberalismo. Hace falta un nuevo pacto social, el diálogo con los grupos sociales y las organizaciones de la sociedad civil, que no las entiende; abrir canales e instancias para reconstruir el sistema político, donde ni su partido Morena, está ayudando.
    Se requieren una serie de transformaciones que permitan a los mexicanos la politización y el fortalecimiento de la ciudadanía a través de formas de participación deliberativa, crítica y participativa. En la democratización de la vida nacional debe incluirse la apertura de los medios públicos a nivel nacional y estatal, fortalecer la consulta libre e informada sobre las políticas públicas, consolidar las estructuras de decisión y descentralización del poder, practicar la democracia local y comunitaria, afianzar las actividades de las organizaciones de la sociedad civil y la transparencia y rendición de cuentas con perspectiva ciudadana.
Si esto no queda claro, veo difícil una 4T.

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