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Por el derecho a existir
Junio se viste de colores, de múltiples colores que nos recuerdan la existencia y la vivencia de los derechos, esos que tanto pregonamos y añoramos, con sensatez uno que es sumamente requerido es “el derecho de vivir en paz”, como cantaba Víctor Jara, con esos acordes que pa´ pronto hacen vibrar las almas.
El mes del orgullo y de la famosa frase “love is love”, ha llegado. En el Congreso del Estado de Hidalgo, con una reforma que prohíbe toda terapia de conversión, una de esas cosas espantosas que vulneran la dignidad de las personas. Y es que pensar que las personas homosexuales, lesbianas, bisexuales, trans, sufren algún tipo de enfermedad o que se puede convertir, es un argumento añejo, retrógrado. Sin embargo, vigente y lacerante.
El desprecio, la violencia y la discriminación, es parte de lo que una persona no heterosexual enfrenta de manera cotidiana, de cualquier persona, a menudo de la propia familia (sí, la tan romantizada familia) también es en muchos casos el espacio más inseguro para las expresiones diversas.
Algo que resulta muy complejo de comprender, es la manera en la que en ciertos espacios es tolerado el odio, hay lugares donde las personas hostigadoras, así como violentadoras, gozan de mejor prestigio y libertad de existir que aquellas cuyas única diferencia es no ser parte de la “hetero norma”.
Dice un amigo, como producto de sus experiencias, que una persona homosexual, no importa el número de grados académicos que tenga, la sabiduría o buena persona que sea, al final de cuentas para la sociedad, solo será un “puto”, un gay, marica o cualquier adjetivo calificativo que tenga por intención denostar. Lo más triste es que esas palabras han sido las últimas palabras que muchos jóvenes han escuchado antes de ser asesinados.
Por ello, en junio que se ondeen las banderas de la diversidad, que se escuchen las protestas al grito de “amor es amor”, es necesario, que lo distinto no nos cause miedo, ni incite a la violencia, sino a la reflexión.
Por eso la primavera en junio, es un atento recordatorio: “el amor nunca es un crimen”.