Postales

0

Historias de Buró

Tras la muerte de mi abuelo hace apenas medio año, mi abuela decidió un día revisar sus pertenencias. Recuerdo que esa tarde estábamos de visita junto con mis hermanos y algunos primos y después de platicar por varias horas logramos convencerla de que era tiempo de retirar su altar.
Con profunda tristeza en su cara y alguna que otra lágrima, quitó aquellas flores que ponía cada día en la cama donde pasó sus últimos días. Yo admiraba el amor que se habían tenido desde siempre y me encantaba verlos dormir en ese viejo colchón individual que les permitía estar tan cerca el uno del otro.
Creo que el hacerlo la animó para que comenzara con la limpieza de sus pertenencias que no había tocado desde que él falleció. Desde que yo tengo memoria siempre vi junto a la cama un pesado y viejo baúl que nunca vi abrir hasta ese momento.
Sospecho que al igual que a mí como para los presentes, mi abuela sentía miedo y escepticismo por no saber de su contenido ya que siempre respetó la privacidad de mi abuelo, según me cuenta mi madre.
Lo primero que tomó en sus manos fue una vieja caja de aluminio; de aquellas galletas tipo repostería; que cuidadosamente abrió para sacar de su interior un paquete de postales, cada una eran dirigidas a ella.
Por la fecha calculé que fue durante su juventud, seguramente cuando ambos tenían entre 18 y 20 años de edad. Las imágenes que mostraba pertenecían a pueblitos de Veracruz: Altotonga, Perote, Atzalan, Poza Rica, Córdoba, etcétera.
“La próxima vez que te vea te cubriré con amor, con caricias, con éxtasis. Cuando seas vieja, quiero que recuerdes esas pocas horas, quiero que tus huesos secos tiemblen de alegría cuando pienses en ellas” , Flauber.
“Estoy loco por ti, no puedo unir dos ideas sin que tú te interpongas entre ellas. Ya no puedo pensar en nada diferente a ti. A pesar de mí, mi imaginación me lleva a pensar en ti. Te agarro, te beso, te acaricio, mil de las más amorosas caricias se apoderan de mí”,  Balzac.
Cuando la vi llorar entendí oportuna mi partida, la dejé sumergirse entre aquellas postales que intercambiaron una vez en su vida cuando toda esta historia comenzó.