ALFIL NEGRO
No sé si a usted le ha pasado
que de pronto nos llega un recuerdo
que acelera el corazón,
y nos regresa a esos días
de tristeza o de ilusión,
y nos quedamos pensando
y terminamos llorando
sin que nadie se de cuenta,
porque nos faltan palabras
para buscar la respuesta
a esos recuerdos que viven,
pájaros blancos o negros
de la senda caminada
los años que hemos vivido.
Dicen que es cosa de edad,
que quien tiene muchos años
llora más que los demás,
porque tiene más recuerdos
y muchas cosas perdidas,
hijos que ya se han marchado,
hermanos que también se fueron,
los padres que ya se han ido
caminos que se cerraron,
parques de niños alegres
que poco a poco se fueron,
los árboles se secaron
los tordos volaron lejos
y todo, todo acabó.
Yo pienso mucho en mi madre
siempre joven siempre hermosa,
y en mi padre que una tarde
Se marchó para alcanzarla,
y de tanto recordarlos
de pronto siento en los ojos
dos arroyitos de llanto,
por donde navegan plenos
los barquitos que de niño
me gustaba ver que se iban,
por esos ríos que la lluvia
creaba en las calles de tierra
de mi pueblo hecho de trigo
de elotes y de nopal.
¿Por qué será que esto pasa?
que al ver crecer a los hijos
con sus penas y alegrías
Terminamos por llorar.
Dicen que es cosa de viejos
que porque lloran de todo,
y en la noche yo pienso
que ya debo estar muy viejo
porque al hacer mis cuentas
le debo tanto a la vida
al Señor del universo,
mi esposa amada a mi lado
mis hijos razón de todo
mis hermanitos queridos,
mis amigos y vecinos
que termino por llorar.
Llorar no parece malo
es lenguaje tan profundo
hablan corazón y alma,
las palabras no hacen falta
y en ese llanto de viejo
hay recuerdos y alegrías,
y testimonio de plata
de lo que se ha caminado,
porque sólo un caminante
sabe cómo es el camino
lo que se sufre y se goza
lo encontrado y lo perdido
el inicio y los finales
recuerdos muchos recuerdos
que dan ganas de llorar.
