Memoria histérica
Se conmemoran los 500 años de la conquista de México, ese proceso que se tiene en la memoria colectiva como un hecho histórico de trauma nacional, sobre el cual depositamos a diestra y siniestramente las justificaciones de nuestro subdesarrollo; recurrimos al discurso de la historia oficial una y otra vez para ocultar el racismo, clasismo y machismo que ha dejado el nacionalismo mexicano.
Así, a 500 años, resulta fundamental la reflexión frente a los procesos de despojo que continúan viviendo las comunidades originarias. Apenas el 09 de agosto, “Día internacional de los Pueblos Indígenas”, mientras las instituciones hacían tremendas presentaciones de eventos y hablaban desde la otredad de lo desconocido, habitantes nahuas de la Sierra poblana, tomaron la planta de agua de Bonafont; la razón, el saqueo de esta empresa que afecta directamente sus cultivos y forma de vida. Como este, muchos reclamos de las poblaciones indígenas se vierten en la discusión pública, porque ahora utilizan los medios digitales para hacer visibles las luchas sociales.
Discursos conmemorativos van y vienen, pero sin restauración de los derechos, la retórica se convierte en la más falaz y torcida forma de seguir erosionando los tejidos sociales. Mientras persista la triada letal: racismo, clasismo, machismo, poco se podrá avanzar hacia la cultura del respeto, que tan necesaria es frente a las situaciones actuales de despojo de la lengua, de los territorios, de la cultura, así como a las cifras de feminicidio que van en aumento en los gráficos oficiales como el precio de la tortilla y la canasta básica.
Al respecto, las mujeres indígenas están atravesadas por múltiples formas de discriminación y violencia, la representación política y las decisiones gubernamentales no han sido suficientes para aminorar las condiciones de desigualdad que las subsumen, el embarazo en niñas y adolescentes es un problema de urgente atención; de acuerdo al “Informe Ejecutivo del GEPEA Hidalgo, 2020”, emitido por autoridades estatales señala que: “En cuanto a nacimientos, se tiene un registro de 7,559 nacimientos en mujeres, adolescentes en Hidalgo, de los cuales 177 fueron en niñas de 10 a 14 años y 7,382 en adolescentes de 15 a 19 años, lo cual representa el 18.62 % del total de nacimientos registrados en el Estado de Hidalgo”, Acaxochitlán, Tepehuacán de Guerrero y Zacualtipán de Ángeles encabezan las cifras más altas, en común, estos municipios tienen el alto porcentaje de personas que se adscriben indígenas.
Con datos como los anteriores, la realidad pega a los prejuicios y se convierten en irrefutables las consignas feministas “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”; más aún, con lo impactante que resulta que 177 niñas de entre 10 y 14 años fueron madres, es decir tan solo en Hidalgo, la cultura patriarcal irrumpe los sueños y proyectos de vida de cientos de niñas cada año, quienes son víctimas del delito de violación, esto con mayor predominancia en las comunidades indígenas, donde se debe decir con mayor fuerza y contundencia: ¡niñas, no madres!.
La situación se agrava frente a la pandemia, con la ultranza de confinamiento y precarización económica de los hogares, en la que las vulnerabilidades se convierten en la mayor fortaleza de agresores. Veremos en el próximo informe si las políticas públicas logran la contención o nos encontraremos frente a la agudización de los problemas.
Mientras tanto no perdamos el derecho a la memoria.
NOTA DE LA DIRECCIÓN: A partir de hoy y todos los viernes, la maestra Blanca Vargas Martínez nos presentará su columna “Por el Derecho de Existir”. Licenciada en Ciencias Políticas y Administración Pública, con dos maestrías en Género y Derecho cursada en la UNAM, así como Gobierno y Gestión Local en la UAEH, Blanca habla y escribe con claridad, de manera directa, con el sustento de la información. Por eso celebramos su confianza en DIARIO PLAZA JUÁREZ. Bienvenida