La pedofilia en la vejez
Había una vez, en cualquier rincón del país, un viejito al que le decían rabo verde, este señor adulto mayor, quien a vista de todas las personas generaba miradas lascivas a cuantas niñas y adolescentes podría mirar, ostentando el velo de la vejez, actuaba de manera deliberada a veces con tocamientos “indebidos”.
A las niñas les decían que no se acercaran a él y en algunos de los casos hasta las culpaban por la forma de vestir, o justificaban sus actos con la edad, como si la edad fuera un elemento suficiente para ejercer actos de abuso hacia las infancias.
Había una vez un cuento que no era feliz, un cuento que lastima día con día a miles de niñas en todas las latitudes, un cuento que no es cuento sino una realidad abrupta, lacerante y denigrante, que rompe proyectos de vida y condena a condiciones dolorosas a quienes viven la vulneración de sus derechos.
En diversas notas periodísticas se puede leer, como los adultos mayores no están exentos de ser generadores de violencias y abusos, esta semana por señalar sólo dos hechos se tiene el lanzamiento de la serie denominada “Canibal de Atizapán” que relata un caso de feminicidio perpetrado por una persona de la tercera edad. De igual forma, los medios bombardearon con información del asesinato de mujer en un conocido restaurante de la Ciudad de México a manos de un adulto mayor, quien bajo una estructura de poder y un reconocido nombre, terminó con la vida de una joven 50 años menor que él.
La cultura del “Sugar daddy” y canciones como “a mí me gustan mayores”, son formas patriarcales de romantizar las relaciones con personas adultas mayores, así como de normalizar relaciones diametralmente distantes en edad, en las cuales subsiste relaciones de poder y de jerarquía.
Es fundamental insistir en la conciencia que las y los niños, no se besan, no se tocan, se protegen, se cuidan y se respetan, por infancias libres, es urgente y necesario dotar de voz y credibilidad a la niñez, ante cualquier expresión de desagrado y dejar de justificar actos de personas, aún siendo personas adultas mayores.
La posibilidad de construir una sociedad más justa, libre y sana comienza desde la niñez, con amor, ternura y escucha.
Por el derecho a ejercer derechos, ¡niñez libre de violencias!