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Polo de desarrollo

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TEMPORAL

Convertir a la entidad en el nuevo polo de desarrollo industrial del país es una apuesta audaz. El principal plus respecto a otras latitudes es su ubicación y cercanía con la megalópolis en expansión en el centro del país. Es decir, un mercado potencial descomunal: más de 20 millones de personas tan sólo en la Zona Metropolitana del Valle de México. Súmele las muy cercanas hidalguenses: Pachuca y Tula, en conjunto con más de 700 mil.

 

            Un asunto de fondo es que el crecimiento de su mancha urbana es caótico. De ahí la necesidad en redefinir el actual marco regulatorio. Cuestión que se dice fácil, pero que entraña importantes dificultades dado que intervienen al menos dos órdenes de gobierno, pero se requiere el concurso de los tres.

Las dificultades para la coordinación intergubernamental se agudizan más cuando los colores de los gobierno son distintos. Vean si no en Tulancingo. Realmente está para llorar tras los cambios de colores partidistas. La remodelación de su centro histórico, la construcción de una nueva presidencia municipal, los bulevares Chapultepec y Bicentenario… Nada de desarrollo ordenado o planeado.

Habrá que preguntarse también si el esfuerzo en las universidades tecnológicas y politécnicas de la entidad corresponde a las necesidades de un polo de desarrollo como el que se promueve. También deben considerarse aspectos sociopolíticos y culturales como dimensiones que pueden hacer más de una trastada.

Menciono algunos referentes importantes para el análisis.

Por el tiempo que estuvo en la palestra política, por la gran promoción realizada, por el fracaso del intento, el primero de ellos es la construcción del aeropuerto alterno al de la Ciudad de México. Promovido desde el gobierno de Núñez Soto, siempre apelando a las cuestiones técnicas y ventajas operativas. Nada pasó. El ilustre hidalguense es hoy director general de Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México, y el aeropuerto habrá de construirse en el Estado de México.

La llevada y traída nueva refinería tuvo costos muy altos para la entidad en términos de deuda pública. Se apostó nuevamente a un proyecto de gran envergadura para detonar el desarrollo. Actualmente su construcción ha sido cancelada hasta nuevo aviso. Las pérdidas económicas, por ende, se incrementaron. Influye la reforma energética, los capitales que no llegan y el recorte presupuestal.

Del lado del sector privado, un caso paradigmático es la nueva planta de la automotriz BMW. San Luis Potosí fue la sede elegida para instalar su planta en México e Hidalgo se quedó como “el chinito”. A pesar de las ventajas comparativas que hoy se esgrimen para atraer inversionistas, algo no adecuado para sus intereses les hizo desistir.

Es claro que para convertir a Hidalgo en un polo de desarrollo industrial como el que se plantea hay mucho por hacer. A mis ojos buena parte descansa en las formas que adopta la praxis pública hidalguense.