Por el derecho a existir
México es un país complejo en materia migratoria por ser una nación de expulsión, tránsito y retorno, esto derivado de la ubicación geográfica que comparte fronteras con Estados Unidos, esto sin contar los múltiples desplazamientos al interior del país.
En las últimas semanas las tensiones migratorias han puesto de relieve la ineficacia de la política en esta materia y peor aún sus efectos han tenido resultados fatales y, en el último tramo, la muerte de 40 personas de diversas nacionalidades en instalaciones a cargo del gobierno mexicano.
Está documentado en diversos estudios académicos y a través de cifras oficiales, que el tratamiento de la migración no ha sido adecuado. Miles de personas atraviesan el territorio mexicano en búsqueda de mejores condiciones de vida.
Las causas son estructurales, la violencia y la pobreza son dos caras de la misma moneda que se refleja en los rostros de quienes empacan en sus maletas la esperanza de un futuro posible y deseable.
Sin embargo, la odisea del desplazamiento es una sentencia de suerte que incluso puede llegar a la muerte, de mínimo se sortea la vida, la integridad y en el mejor de los casos, las pertenencias. Miles son los testimonios que narran las peripecias a las que se enfrentan, desde la radicalidad de los climas, hasta las violencias más extremas a manos del crimen organizado, en el que se les despoja de todo cuanto es posible.
La indiferencia es un motor que promueve la inacción, que permite políticas tan ineficientes e incluso inhumanas, en el que los costos son tan altos, pero son ignorados por que son, en palabras de Eduardo Galeano: “Son los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada”.
