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Poemas del Día de las Madres para celebrar el 10 de mayo

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Poemas del Día de las Madres para celebrar el 10 de mayo

El Día de las Madres se celebra en México, por lo que -en el marco de esta celebración- hacemos un recuento de algunas poesías que grandes escritores y figuras literarias dedicaron a sus dadoras de vida.

México fue el primer país latinoamericano en conmemorar esta fecha, cuando en 1992 se oficializó el 10 de mayo como el día en que se homenajearía a las madres mexicanas, luego de que el 13 de abril, el periodista Rafael Alducin Belloda -fundador del Excelsior- lanzara la convocatoria para que se definiese el día.

Edgar Allan Poe (1809-1849)

Porque siento que, en los Cielos arriba, los ángeles, susurrándose unos a otros, puede encontrar, entre sus ardientes términos de amor, ninguno tan devoto como el de “Madre”. Por tanto, por ese amado nombre te he llamado durante mucho tiempo, tú que eres más que madre para mí, y llena mi corazón de corazones, donde la Muerte te instaló en liberar el espíritu de mi Virginia. Mi madre, mi propia madre, que murió temprano, no era más que la madre de mí mismo; pero tu son la madre de la que amaba tanto, y así son más queridos que la madre que conocí, por ese infinito con que mi mujer Era más querido para mi alma que su vida anímica.

Christina Rossetti (1830-1894)

Los sonetos están llenos de amor, y este es mi tomo. Tiene muchos sonetos: así que aquí ahora será, un soneto más, un soneto de amor, de mí. A ella cuyo corazón es el hogar tranquilo de mi corazón, a mi primer Amor, mi Madre, en cuyo regazo aprendí amor -tradición que no es problemática; cuyo servicio es mi especial dignidad, Y ella mi loadstar mientras yo voy y vengo. Y así porque me amas, y porque te amo Madre, te he tejido una corona de rimas con que coronar tu honorable nombre: En ti ni ochenta años pueden apagar la llama del amor, cuyo bendito resplandor trasciende las leyes del tiempo y el cambio y la vida mortal y la muerte.

May Sarton (1912-1995)

Una vez más te convoco del pasado con amor punzante, tú que alimentaste al poeta y al amante. Veo tus ojos grises mirando hacia el mar en esos veranos de Rockport, manteniendo una distancia dentro de la cercanía que nunca fue intrusiva abriéndose al mundo. Y lo que recuerdo es cómo nos reímos hasta que lloramos llenos de alegría. Especialmente cuando los tiempos eran difíciles. Y lo que recuerdo es cómo nunca dejaste de crear y cómo la gente me enviaba vestidos que habías diseñado con ricos bordados en colores brillantes porque no podían soportar para regalarlos o desecharlos. Los convoco ahora a no pensar en la batalla incesante con el dolor y la mala salud, la fragilidad y la angustia, no hoy recuerdo el creador, el corazón de león.