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Pido la palabra 

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Queremos tiempos mejores…

La vida sigue rodando, grandes amigos se nos han adelantado, otros, están a punto de emigrar a ese sitio del que jamás se regresa; otros tantos, están por llegar a este planeta indecente en donde tendrán la obligación de aportar al pago de todas las deudas que sus ancestros les heredarán, pero al final, en realidad nada ha cambiado, todo es igual, los mismos conflictos sociales, las mismas promesas de siempre, líderes reciclados, partidos políticos invadidos por enanos mentales que solo buscan su costalito de oro, y sobre todo, un país lleno de ciudadanos que rápidamente se están cansando de su precaria situación económica y tarde o temprano van a reventar la liga de lo prudente, o quizá ya lo están haciendo y el proceso ha comenzado.

En México, al igual que en el resto de los países, éste año ha tenido movimientos importantes en todos los aspectos; en el económico, en el político y en el social, resaltando la actitud del ciudadano común y corriente quien, fiel a su costumbre, ha dado la cara por sus semejantes, poniendo el ejemplo a las autoridades de todos los niveles, quienes para variar, se la pasan peleando como siempre por la aparición en la foto y buscando colgarse las medallas por méritos ajenos.

Pero, no obstante todas esas vicisitudes que como mexicanos hemos tenido que enfrentar, y seguramente lo seguiremos haciendo, aquellos que nos representan aseguran que no pasa nada, que estamos bien, y muy al estilo de aquel conocido eslogan populista de los años setentas, nos dicen que vamos “arriba y adelante”; nos pintan como un país en pleno crecimiento, con enormes posibilidades de desarrollo y que estamos en el camino de progreso.

La realidad que yo veo es otra; el ambiente que se respira en las calles, en los mercados, en las plazas públicas, nos lleva a otra dimensión de entendimiento de las cosas, nos damos cuenta que falta mucho camino por recorrer; por supuesto, tenemos en todo tiempo el derecho de quejarnos y exigir, pero también de pensar y actuar, pues de todas maneras tendremos que enfrentar los problemas que se nos avecinan en este 2022; por lo tanto, la estrategia del avestruz no nos servirá para nada, vale más hacerlo con energía positiva.

Por ello, en vez de preocuparnos, lo mejor es ocuparnos de nuestros problemas, de nuestras vidas, de nuestras familias, colocando cada cosa en su lugar, “tragarnos el sapo” y no solo preguntar “¿quién se ha llevado nuestro queso?”, no evadir responsabilidades, y tomar al toro por los cuernos, eso es lo que la experiencia nos ofrece y tenemos que aprovecharla.

Veo un año de pocas altas y muchas bajas, pero de todo ello tenemos que aprender, para hacer o para no hacer; el polvo del camino nos debe ayudar a observar con apasionamiento pero también con juicio analítico los actos humanos que de alguna manera incidirán en la historia del País, aunque debo reconocer que muchos de estos actos humanos no se apegan para nada a ninguno de los principios de la lógica, sin embargo, se procura entenderlos y dar una explicación, o mejor aún, un punto de vista que nos permita liberar nuestra capacidad de raciocinio y no quedarnos como simples espectadores de lo que otros hacen.

Queremos tiempos mejores, pues entonces ¡manos a la obra!, debemos poner todos nuestros sentidos en acción y decidir por lo que mejor convenga a los intereses de las mayorías y no únicamente a los intereses de esos eternos líderes abusivos que siempre están buscando a la persona más necesitada para seguir timándola con sus falsas gestiones y promesas, utilizándolas como escalón político.

Sé que estamos agobiados con tanta violencia, que estamos hartos con tantas transas y corrupción; entendemos que hoy, la igualdad ante la ley es una farsa mientras no tengamos la igualdad social, la exigencia es de oportunidades para todos, oportunidades para hacer una vida perfectamente humana, sin inquietudes ni sobresaltos por el porvenir; la solución está en nuestras manos, de nosotros depende ser un verdadero pueblo emancipado, o solo seguir con la inercia de borrego caminando por el sendero que nos marca el líder.

Para ello, la educación debe ser factor de cambio, pues es la fórmula para eliminar la apatía, miedos e indolencia desde sus bases, pues todos ellos son el alimento de los flautistas seguidos de una larga fila de ratones.

Aquí en Hidalgo buscamos gente de trabajo, gente de bien que quiera servir al pueblo y no servirse de él, pero también, gente que haga valer sus derechos por la vía institucional y no por la vía de la violencia irracional como algunos sectores fácticos acostumbran, pues a esa violencia algunos advenedizos le apuestan para generar divisionismos a favor de “sus causas” dizque sociales.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.