Pido la palabra

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Oportunismo electoral

En el amor, en la guerra y en la política, todo se vale, desde cargar y besar a cada niño que le pongan enfrente al candidato, hasta bailar con la viejita de su grupo de simpatizantes; el fin justifica los medios. El objetivo es abarcar al mayor número de gente en una sola ocasión; a uno saludarlo de mano y tocarle el hombro, mientras simultáneamente entabla un corto diálogo con un segundo y a la vez guiñarle el ojo a un tercero; tres en un solo acto, aunque de acuerdo al estilo personal, habrá quienes puedan atender de manera personalizada hasta a cuatro simpatizantes a la vez, la experiencia es lo que distinguirá a cada candidato.

Desde luego, esa espontánea y desinteresada muestra de cariño a la población por parte de los suspirantes no es gratuita, en los usos y costumbres de la política nadie da “paso sin huarache”, todo está perfectamente entendido y nos obstinamos en creer que esa tradicional manera de atender y agasajar a los candidatos concede a la población la oportunidad de tarde o temprano ser tomada en cuenta para alguna obra; lo lamentable de ello es que en la mayoría de los casos, esas barbacoas ofrecidas a los candidatos o a los funcionarios estatales o municipales, en realidad no tienen ninguna influencia en el momento de definir las etiquetas para la obra pública.

Esos valores entendidos, que por años se han observado en los periodos electorales forman ya parte de la idiosincrasia nacional, Hidalgo no es excepción, pero no por ello signifique que su vigencia es sinónimo de aceptación voluntaria, pues en muchos casos, las aportaciones o “cooperachas” para llevarlos a cabo, son sacadas casi con tirabuzón (diezmos texcocanos), sin embargo, la nobleza -¿o tal vez mansedumbre?- del ciudadano logra imponerse y termina por entregar su aportación voluntaria para recibir con bombos y platillos a los candidatos o funcionarios; hasta aquí podemos decir que todavía estamos dentro de la normalidad que las costumbres nos han impuesto.

Sin embargo, las costumbres empiezan a buscar nuevos caminos; ahora el inocente y tradicional recibimiento a los candidatos se ve contaminado con los fanfarrones discursos de estos; en donde el aspirante a un puesto de elección popular, suple su falta de propuesta colgándose de temas de actualidad y los hace suyos echándole leña a un fuego que puede incendiar incluso hasta a su propia campaña, pero su ceguera le impide ver esa posibilidad.

Temas para colgarse y hacer ruido hay muchos, y siempre los habrá en una sociedad que está en constante movimiento, pues jamás se podrá dejar contentos a todos con una misma decisión, siempre habrá opiniones encontradas; pero estos temas toman mayor relevancia cuando se trata de descalificar a unos para obtener dividendos en otros, sobre todo ahora que en nuestro Estado estamos por decidir a quienes nos representarán en la administración gubernamental.

De ahí que resulte criticable y reprochable la actitud oportunista de Partidos Políticos que pretenden usar como bandera de sus campañas esas diferencias de opinión para levantarse ante la población como artífices de la defensa ciudadana y de esta forma ganar adeptos para sus endebles candidatos que por sí solos difícilmente podrían levantar el vuelo, más aún cuando son elegidos por popularidad y no por capacidad que nunca ha sido demostrada.

Hay otros oportunistas, aunque con menos riesgo sociales –quizá sólo para su propia campaña- pero igualmente criticables, pues, por ejemplo, resulta inadmisible aprovechar eventos festivos y populares para hacerse propaganda política, el horno no está para bollos y ya lo estamos viendo con el incremento en los contagios.

Los ciudadanos debemos analizar hasta el mínimo detalle en esta contienda electoral, va de por medio lo que pretendemos lograr en el Estado de Hidalgo, ningún candidato, de ningún Partido, debe quedar fuera del análisis de nuestro ojo clínico, el objetivo es que nuestro voto sea útil a las necesidades de la población hidalguenses y no únicamente a las ambiciones de los oportunistas de ocasión.

Señores precandidatos, los ciudadanos no queremos campañas de promesas, tampoco queremos campañas llenas de guerra sucia o fuego amigo; no buscamos que nos digan que estamos jodidos, eso lo sabemos y nos damos cuenta de ello todas las mañanas y lo sufrimos todas las noches; lo que los ciudadanos queremos son proyectos viables y no atole con el dedo; no nos engañen con castillos en el aire.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.