Pido la Palabra

0

Tercer año… ¿ya la brincamos?

“Ningún gobierno será eficiente en tanto el pueblo no asuma su compromiso histórico”; es cierto, estamos en un país distinto, existen muchas diferencias con respecto a hace 50 años, existe más pluralidad, pero por lo mismo existe menos homogeneidad de objetivos; un país convulso por la violencia, un país devastado por la corrupción, un país en donde los intereses de los grupos fácticos pretenden y logran, en muchos casos, estar por encima de los intereses y necesidades sociales.

Ningún cambio de gobierno deberá ser concebido como la varita mágica que vendrá a resolver los problemas que por posición o por falta de talento no se corrigieron; nunca será suficiente, ni eficiente, dejar nuestra voluntad en manos de una persona; cuando esa voluntad la única persona que la debe controlar somos nosotros mismos.

A todos los mexicanos, de cualquier Partido o ideología política, no sintamos que el Gobierno es el único obligado de ser el estructurador de nuestro destino como País, los ciudadanos debemos asumir una actitud interactiva en los asuntos sociales que en lo futuro nos corresponderán, pues de otra manera, seguiremos siendo comparsa y carne de ambiciones políticas de unos cuantos.

Parecería que estamos solos en este largo y sinuoso camino; sí y no; estaremos solos si seguimos permitiendo que aquellos que nos deben representar se sigan considerando como nuestros jefes y no como nuestros empleados; estaremos solos en tanto nos asumamos como indefensos y temerosos en la manifestación de las ideas; estaremos solos en el momento en que permitamos que la ignorancia, el miedo y la indolencia esté por encima de nuestras legítimas aspiraciones de progreso.

Pero no, nunca estaremos solos si hacemos conciencia que la solidaridad social debe imperar en todos los ámbitos de los conflictos; la soledad solo es reflejo de la falta de compromiso con nuestros semejantes, y por lo tanto, cada uno de nosotros tenemos la vacuna para ese sentimiento de soledad, tenemos la cura para matar nuestra falta de solidaridad, la unión hace la fuerza; esa fuerza que sí puede impulsar el verdadero cambio, no son los políticos los que deben rehacer nuestra vida, no es un cambio de gobierno el que debe motivar nuestra energía y camino de superación, somos nosotros, y solo nosotros los que tenemos la palabra.

El “sí se puede”, frase de los apocados, debe quedar atrás; también los diputados nos deben mostrar que tienen el talento para empatar las coincidencias y dirimir las diferencias dentro del marco de la ley; cuando se trate de defender sus iniciativas, háganlo con toda la energía de que sean capaces, pero nunca lleguen al extremo irracional de la violencia física, tampoco a la fuerza y abuso del mayoriteo partidista, ni mucho menos, a la práctica pusilánime, aunque ellos digan “lealtad institucional, de seguir la línea que los líderes de sus bancadas les marquen;  pues con ello lo único que estarían evidenciando es el grado de debilidad de sus posturas al no tener los argumentos suficientes de convencimiento.

¡Claro que sí se debe poder! Y debe quedar de manifiesto con nuestros actos,  y sobre todo, se puede, cuando se quiere, cuando existe la voluntad de caminar para adelante, pues la violencia y la manipulación siempre será un retroceso y por lo tanto ésta debe desaparecer de la agenda de cualquier administración gubernamental de cualquier nivel; recuerden que su obligación es con la población y no con los intereses de sus institutos políticos y menos con la ambición de perdedores resentidos, no olviden que una buena actuación  gubernamental va a redundar también en beneficios electorales para sus causas partidistas; porque de lo contrario, si insisten en poner piedras al progreso, si existe un “no” sistemático a todo lo que la contraparte proponga, entonces sabremos que el corral de la ignominia habrá alcanzado “de jure” a todo el País.

Permitan que la ciudadanía vuelva a recobrar la confianza en sus autoridades, en sus legisladores, en los partidos políticos; no se trata de borrón y cuenta nueva, se trata de empujar para construir y no de empujar para derribar a los que se oponen o quieren ganar posiciones, ¡qué bueno que así lo pretendan! Pero tendrán que obtenerlas trabajando, entendiendo que un órgano de representación debe ser la respuesta a la necesidad de construir una alternativa viable que resuelva en términos pacíficos el ejercicio del poder por la razón y las ideas: LOS CIUDADANOS TENEMOS LA PALABRA, de otra manera, otros seguirán hablando por sus propios intereses y no por los nuestros.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está