Y EL PESCADOR ESTÁ AL ACECHO…
¿A quién le conviene la violencia? ¿Quién está detrás de aquellos acontecimientos que pueden causar inestabilidad social en nuestro País? Al paso de los años he aprendido que la verdadera democracia se debe dar en un armonioso equilibrio entre la libertad y el orden y que cualquiera de los extremos llevados a su máxima expresión siempre será perjudicial, es decir, el exceso de orden se convierte en dictadura y el exceso de libertad nos lleva primero al libertinaje y concluye en la anarquía.
En México vivimos en un estado de derecho, con leyes que si bien es cierto algunas de ellas no responden totalmente a las necesidades de la sociedad, también lo es el hecho de que contamos con un sistema legislativo que nos permite crear a través de nuestros representantes todas aquellas leyes que beneficien a las mayorías, dentro de un clima de tranquilidad que el país necesita y por el que muchos dieron su vida. Decía Marco Tulio Cicerón en uno de sus discursos: “…existen leyes buenas y leyes malas; las leyes buenas obedécelas, y las leyes malas también obedécelas pero lucha con todas tus fuerzas para cambiarlas”.
En nuestro País la misma ley nos permite y señala el procedimiento para acceder a la forma de gobierno que decida la mayoría y crear, modificar o derogar sus leyes si así conviene a la misma sociedad, sin necesidad de machetes o amenazas de alerta roja. Por ello veo con preocupación que este estado de derecho esté siendo violentado por intereses de grupo, en unos casos para simular democracia, y en otros, para preservar el poder, o bien para recuperarlo; al final, el pueblo siempre termina siendo engañado por cualquiera de los bandos extremos.
Hoy día nadie tiene la cara tan limpia como erigirse como el protector del pueblo, quién les podría dar ese derecho cuando su propia historia los ensucia, y, sin embargo, esas interrogantes dejan al ciudadano en la incertidumbre y en un estado total de indefensión que lo hacen presa fácil de algún pescador que ya está al acecho ante lo revuelto del río.
Cualquier hervidero social siempre tendrá una causa y no creo que sea la del pueblo, pues éste ha ido adquiriendo conciencia de que su voto sí vale y que es a través de las urnas como puede definir su rumbo político; pero no, esto no conviene a los grupos más radicales del país, esto no conviene a aquellos que se sienten en la cúspide del Olimpo y que de pronto se dan cuenta que solo son unos simples mortales.
De este estado de cosas todos tenemos un poco de culpa, incluyendo a la sociedad misma, pues, aunque se diga hasta el cansancio que el pueblo no se equivoca, creo que la mayor equivocación es no definir nuestra postura en las urnas permitiendo que una minoría decida por nosotros, o lo que es peor, que lleguen aquellos redentores que sintiéndose poseedores de la verdad absoluta, quieran interpretar nuestro silencio como una aprobación de sus actos.
También los legisladores tienen mucho de culpa al no asumir su verdadero papel de representantes del pueblo y si de sus partidos políticos, y no me refiero solo a los legisladores federales, también los legisladores locales deben ponerse el saco hecho a su medida, pues es sabido que algunos solo asisten a la Cámara y hacen como que legislan sintiendo que su sola presencia es más que suficiente para que el pueblo les agradezca su gestión.
Respecto a las Autoridades, su culpa consiste en la falta de coordinación entre los tres niveles de gobierno dando la imagen de que cada quien está en una frecuencia distinta, pretendiendo que lo que hace una no le afecta a la otra.
Y qué decir de la culpa de los Partidos Políticos, creados a imagen y semejanza del líder en turno, por lo que en este punto yo cuestiono: ¿y su doctrina política donde quedó? ¿los ideales que le dieron origen y sentido a su Institución a donde se fueron?, es simple, es lamentablemente simple, los Partidos Políticos sujetan su estrategia a las necesidades de una persona y no a los principios fundamentales de su Organización.
Ante estas circunstancias de aparente descontrol, hacen su aparición los pescadores que llegan a reclamar su ganancia del río revuelto.
No creo equivocarme al asegurar que los que deseamos es estabilidad política y social pues ello nos llevará a vigorizar la estabilidad económica necesaria para la creación de empleos. En nuestras manos está el definir el tipo de vida que pretendemos; vayamos construyéndola desde ahora, exigiendo derechos, pero también cumpliendo obligaciones, señalando la ineficiencia, pero también proponiendo acciones de beneficio y crecimiento social. Todos debemos jalar para un solo lado, es el momento, estamos en muy buen tiempo, no permitamos que los ávidos de poder nos confundan y generen violencia. El voto es el arma más poderosa, usémosla. Libertad, Igualdad, Fraternidad.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.