PIDO LA PALABRA

Somos el jamón del sándwich

En cualquier relación de trabajo el “buen trato” hacia el personal es fundamental para tener un excelente clima laboral, en tal caso, los trabajadores se encontrarán comprometidos e involucrados en el crecimiento de su fuente de empleo; pondrán todo su esfuerzo y talento en beneficio de aquél que, además de ser su patrón, los trata como si fuesen sus amigos.

Pero también tenemos el polo opuesto, a muchos patrones, tal vez pésimamente asesorados, o quizá con tendencias intolerantes por ser los dueños del capital, les importa bien poco la estabilidad emocional de sus trabajadores, piensan que la mejor estrategia para que éstos produzcan se reduce a un permanente empujar, presionarlos al borde de hacerlos sentir de qué lado se encuentra el poder.

Ante tal circunstancia, los trabajadores inconformes se preguntarán hasta donde vale la pena partirse el alma por un sujeto que los coloca en el nivel de recurso sustituible; y es en ese momento en donde surgen los conflictos laborales, pues los trabajadores buscarán, y siempre encuentran, la manera de fastidiar a aquél que no los ha sabido respetar; el patrón les exige lealtad a sus trabajadores, pero él no ha sabido reconocerles el esfuerzo que éstos ponen diariamente en la consecución de los objetivo de la empresa.

El patrón se esconde detrás del argumento de que para eso les paga un salario, pero tarde se dará cuenta que en una relación laboral, además del salario, también es indispensable la sana interacción de los factores de la producción.

¿Cómo hacerles entender a los intolerantes patrones que el ser dueños del capital no los hace dueños de la dignidad de los trabajadores?, su conducta déspota y con tintes de perdonavidas de muchos de ellos, es lo que provoca el surgimiento de los movimientos sindicales, de hecho, los Sindicatos tuvieron su origen en las actitudes explotadoras de los patrones.

El contrato laboral también es un “acuerdo de voluntades”, y ambas partes se deben respeto, pues los dos son indispensables en el crecimiento laboral, pues de otra manera, si el contrato de trabajo es considerado solo como una cadena que únicamente favorece a la parte patronal, entonces se vivirá en un permanente conflicto de intereses en donde otros, la verdadera competencia externa será la única que salga beneficiada.

Ahora volteemos la moneda, del lado contrario de la soberbia patronal se encuentra la displicencia, demagogia y servilismo sindical; asociaciones de trabajadores, aunque también es factible de patrones, cuyo objeto de existencia es el estudio, mejoramiento y defensa de sus respectivos intereses, hoy sólo sirven como un medio de control laboral; los sindicatos, de suyo justificable su origen, han ido en franca decadencia por sus prácticas antidemocráticas; líderes eternos que van heredando los cargos sindicales como si fuesen franquicias mercantiles, manipulando la información con el ánimo de crear expectativas que les permitan seguir teniendo el control de los miedos; sindicalismo combativo sólo cuando así conviene a los intereses de quienes los presiden.

Y en medio del sándwich sigue apretujado el trabajador, sin encontrar aún la salida a toda esa presión que recibe de ambos extremos, es decir, entre quienes les pagan un salario y de quienes se supone deben defender los derechos de los trabajadores.

De seguir bajo ese esquema de trabajo, los patrones estarían dando vida a la semilla de su decadencia, y los líderes sindicales también pronto se darían cuenta que los trabajadores ya están a un chasquido de reventarles su sacrosanta demagogia en sus maquilladas y sonrientes faces, y en México, lo último que necesitamos son luchas intestinas; ¿Cuándo aprenderemos a respetar nuestros derechos y a cumplir con nuestras obligaciones?

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

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